Es evidente que su trayectoria profesional está llena de retos. Desde 1982 hasta 2000, fue Director del Departamento Procesal y de Arbitraje de Garrigues para luego dirigir la firma española en colaboración con Miguel Gordillo durante los siguientes nueve años. En este periodo de tiempo impulsó durante sus cuatro primeros años de vida el Club del Arbitraje como uno de los motores del arbitraje en nuestro país. Ahora José Maria Alonso, que formaba parte de la candidatura del nuevo decano del Colegio de Abogados de Madrid, Antonio Hernández Gil se enfrenta al reto de convertir a la Corte de Arbitraje del Colegio de Madrid en una entidad de referencia. “Hemos reorganizado nuestras listas arbitrales, según disputas y especialidades, comenta, y ya contamos con cerca de 700 abogados dispuestos a ser árbitros. Ahora, el siguiente paso será adaptar nuestro Reglamento al nuevo entorno profesional que vivimos”.

El Colegio de Abogados de Madrid creó la Corte de Arbitraje en 1990 como un servicio más para colegiados y ciudadanos, que desempeña funciones arbitrales como una vía alternativa a los tribunales de justicia para resolver cualquier controversia que le sea sometida tanto por personas naturales como jurídicas, en materias de su libre disposición. La Corte de Arbitraje cuenta con una lista de árbitros confeccionada por especialidades, y además con dos secciones especializadas en Responsabilidad Civil Sanitaria y en Honorarios Profesionales.

La Corte de Arbitraje desarrolla sus actividades de acuerdo con lo establecido en sus Estatutos de Funcionamiento y en su Reglamento de Procedimiento, aprobados por la Junta de Gobierno del ICAM. Sus funciones son, fundamentalmente:

a) Prestar asistencia a las partes y a los árbitros para que el arbitraje llegue a buen fin;

b) Facilitar la infraestructura administrativa necesaria para el desarrollo del procedimiento;

c) Designar al árbitro o árbitros (abogados especializados con una experiencia de más de diez años) cuando las partes no lo hayan hecho, y nombrar al árbitro o árbitros en todos los casos, tanto a los designados por las partes como por la propia Corte;

d) Colaborar con los órganos jurisdiccionales en las funciones establecidas por la Ley de Arbitraje;

e) Analizar y elaborar cuantos informes se le soliciten sobre arbitraje privado;

f) Colaborar con otros organismos especializados en la materia de que se trate;

g) Custodiar la documentación;

h) Conocer la normativa de Asistencia Jurídica Gratuita y Turno de Oficio.

Señor Alonso, ¿por qué aceptó asumir la presidencia de una entidad como la Corte de Arbitraje del Colegio de Madrid?

Esta era una de las promesas electorales del actual decano, Antonio Hernández Gil, activar esta institución. Lo cierto es que desde el principio de su mandato la Junta de Gobierno del Colegio está siendo muy participativa. Esto se traduce en que los miembros de la misma nos vamos haciendo cargo de áreas del propio Colegio. Se crearon líneas de trabajo sobre Responsabilidad Social, Deontología, Relaciones Internacionales y la Corte Arbitral responde a ese planteamiento. Respecto a la Corte tiene un Comité formado por Juan Antonio Cremades, Román Gil de Alburquerque; Javier de Areilza y un servidor que asumi la presidencia. Se trata como puede ver de una distribución normal de funciones dentro de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid.

¿En qué estado se ha encontrado esta entidad?

Pues si le soy sincero creo que tenemos que trabajar para que ocupe el lugar que le corresponde al pertenecer al primer Colegio de Abogados de España. No responde a la situación de tener más de 50.000 colegiados entre ejercientes o no asociados a nuestra institución colegial. Por este motivo lo primero que hemos hecho es abrir el panel de árbitros de la propia Corte. Según el Reglamento de nuestra entidad puede acceder a ser árbitro de nuestra institución aquel colegiado con más de diez años de experiencia. La lista actual era corta y no estaba dividida por especialidades. Se han creado esas especialidades y nos hemos dirigido a los colegiados de tal forma que ya tenemos 700 árbitros. De esta forma el reparto de los asuntos que hacemos es más razonable. Hay una sensación que la Corte esta más cercana a los colegiados.

¿Puede extraerse un retrato robot de ese abogado, ahora árbitro suyo?

Es complicado definir un perfil tal y como le lo pide. Pero si le puedo asegurar que hablamos de profesionales muy vinculados al tema contencioso; especialmente en el tema mercantil con cierta experiencia en estos asuntos. Estamos satisfechos con la selección que hemos hecho que se irá incrementando de forma paulatina, a medida de las necesidades de nuestra Corte Arbitral. Ahora toca hacer un seguimiento del trabajo de estos profesionales y de los propios laudos por si son impugnados o no.

¿Qué tipología de asuntos llegan a su Corte Arbitral?

Esencialmente podemos hablar que nos llegan asuntos muy vinculados a temas de construcción; a cuestiones relacionadas con los arrendamientos urbanos; otros de contenido societarios, que son los que más estamos tratando. Normalmente estos candidato son elegidos por el Comité del que ya le hablé, bien porque recibimos petición del propio Colegio o porque así está suscrito en el convenio arbitral donde señala que debemos intervenir. Cerca de un tercio de los asuntos que llegan a nuestra Corte Arbitral proceden del deseo de las partes que nuestra institución intervenga en el asunto, lo que señala la confianza y credibilidad de las entidades de derecho público. En muchos de ellos es porque una de las partes no desea iniciar el arbitraje, en ese caso el propio juzgado reclama nuestra intervención como entidad.

Es evidente que ante situaciones de este tipo el ciudadano le parece más creíble entidades públicas como su Corte Arbitral que las llamadas Cortes Privadas de Arbitraje que proliferan en los últimos cinco años.

Más que hablar de credibilidad yo hablaría de confianza entre los propios abogados. No podemos dejar de mencionar el trabajo que hacen la Corte Española de Arbitraje o la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio que han impulsado bastante el arbitraje en nuestro país. Nuestra entidad tiene un funcionamiento similar a las citadas ahora estamos en el trance de modificar nuestro Reglamento para un mejor desarrollo de nuestra actividad. No descartamos poder utilizar un procedimiento abreviado de dicho Reglamento para asuntos muy ligeros que nos llegan.

Ahora que cita a la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio, ¿podemos olvidarnos ya de una posible fusión de ambas entidades arbitrales, como se dijo hace meses?

Esta operación no está descartada a medio plazo en absoluto. Haría falta desde luego voluntad política de ambas partes para impulsarlo de nuevo. Sería cuestión de sentarse y volver a estudiar la viabilidad de esta iniciativa que ya abordó mi antecesor Antonio Garcia Rubi. En estos momentos ambas entidades estamos en proceso de reorganización necesario para acometer los retos de futuro.

Hablaba hace un momento del Reglamento. ¿No cree que en un país como España, uno de los más prolíficos en cuestión de Cortes Arbitrales, no estaría de más que existiera una única forma de proceder que generase confianza en el empresario?

Es una iniciativa que hemos impulsado desde el Club Español del arbitraje, entidad de la que fui presidente sus primeros cuatro años de vida. Hay muchas Cortes en España y este fenómeno a efectos internacionales crea confusión. Ninguna de las que tenemos tiene el carácter internacional, categoría que tienen las de otros países europeos. Precisamente el movimiento de fusiones de Cortes Arbitrales vino propiciado por esta situación. No se ha completado lo que debiera porque nos encontramos con Cortes sujetas a Derecho Público y otras a Privado, lo que dificulta el proceso de integración.

Desde esta perspectiva, en España sería bueno seguir el modelo suizo donde seis cortes de arbitraje mantienen su independencia con un único Reglamento que además es internacional, con lo cual si eres empresario te da igual acudir a una un a otra por la disputa que quieras plantear. De esta forma la competencia de las cortes no se centraría en el Reglamento, sino en tener unos mejores servicios administrativos o unos costes mas razonables; mejores árbitros o un control de laudos adecuados si estas listas de árbitros fueran abiertas.

¿Por qué cree que se ha producido la eclosión de las Cortes de Derecho Privado? ¿Dónde está su control y regulación para evitar su mala praxis?

Es evidente que la nueva Ley de Arbitraje de abril de 2003 ha propiciado la aparición de este tipo de entidades sobre todo centradas en el arbitraje de consumo. Desgraciadamente no hay un organismo regulador de su actividad, aunque desde el propio Club del Arbitraje, a través del Comité de Buenas Prácticas, si podemos indicar a los ciudadanos y letrados que nos consulten que Cortes funcionan de manera correcta.

Si uno revisa las impugnaciones de los laudos dictados a través de la jurisprudencia de la Audiencia Provincial se observa que muchos de ellos proceden de estas entidades privadas. Ni es bueno para el ciudadano ni para el propio arbitraje porque los propios tribunales pueden tener la sensación que aquí se hacen cosas extrañas.

En época de crisis como la que vivimos, ¿es bueno acudir al arbitraje como método de resolver conflictos?

Es evidente que en un momento como el que vivimos el arbitraje puede ser un medio muy interesante. Resolvemos los problemas antes que una justicia que se encuentra colapsada, a la espera de su modernización. Para ello, el trabajo de nuestros profesionales árbitros requiere mucha credibilidad y saber hacer. En una entidad como la nuestra tanto los aranceles, como los costes de los árbitros son razonables y en muchas ocasiones más económicos que un procedimiento judicial habitual.

Y a ese abogado que es reticente a trabajar en procesos arbitrales, ¿cómo se le puede incentivar que forme parte de la Corte del Colegio de Abogados de Madrid?

Los abogados siguen siendo muy reticentes al arbitraje. En primer lugar, tal y como dicen los anglosajones, estamos en la cultura del one shoot, te juegas el caso de tu cliente a una única instancia. El hecho que no puedas recurrir, salvo en los supuestos que tipifica la Ley de Arbitraje, les genera mucha preocupación.

¿Cómo combatir este pensamiento?. Dejando claro que los laudos tienen mucha calidad y están dictados por profesionales reconocidos. De esa forma se podría evitar cualquier recurso posterior. Además es evidente que el arbitraje supone un ahorro de costes importantes en lugar del procedimiento ordinario, donde al menos tres instancias ven tu caso. Desde nuestra entidad queremos propiciar que el 90 por cien de los asuntos que ocupan al abogado muchos de ellos vayan por vía arbitral. Si eso lo logramos, ayudaríamos a que funcionase mejor nuestra justicia. En el arbitraje el papel de entidades como la nuestra es más de servicio que la de buscar negocio.

Ahora que habla de la justicia y su modernización, ¿qué papel va a jugar el arbitraje en este proceso que el Ministro Caamaño ha difundido?

Estamos trabajando ya desde hace años en colaboración con la justicia. Venimos trabajando con el Ministerio de Justicia para que se realicen modificaciones adecuadas en la Ley de Enjuiciamiento Civil y en la propia de Arbitraje que ayude a potenciar este método de resolución extrajudicial. En algunos ámbitos ya no se nos presenta como una alternativa sino como un equivalente jurisdiccional. El arbitraje va a jugar un papel importante porque tanto jueces y árbitros van a tener una mayor especialización en este proceso de modernización del que usted me pregunta. Esto ayudará a la celeridad a la hora de dictar sentencia/laudo y a su posterior ejecución. Si buscamos una justicia especializada, rápida y eficaz, es evidente que el arbitraje forma parte de este campo de actuación.

Uno de los caballos de batalla del arbitraje se encuentra en la ejecución del laudo, ¿cómo puede asumirse este asunto con éxito en el futuro?

En ambos casos, sentencia y laudo depende de los tribunales, por eso los que nos dedicamos a esto poco podemos hacer. Ya todo depende del juzgador que se ejecute esa sentencia. Desde el Club del Arbitraje somos conscientes que la creación de juzgados especializados en arbitraje ayudaría mucho en este sentido de la ejecución que comentamos.

De hecho la puesta en marcha del Observatorio del Arbitraje en colaboración con el CGPJ ya contemplaba la posibilidad de contar con un juzgado en Madrid que se dedicase a estos asuntos. Esperamos retomarlo ahora con el nuevo CGPJ porque si ayudaría a descongestionar la justicia. Pensamos que la colaboración del poder judicial con el arbitraje es notable. Además de la ejecución de los laudos también se vislumbra otra colaboración en el desarrollo del procedimiento donde hay que adoptar medidas cautelares o admitir pruebas en determinadas ocasiones

¿Cómo cree que Madrid puede convertirse en sede internacional del arbitraje?

Este es un reto de las autoridades españoles y de muchos de los profesionales que nos dedicamos al arbitraje. La pregunta no es sencilla de contestar. No basta con que tengamos una magnífica Ley de Arbitraje, Necesitamos mayor colaboración del poder judicial que de seguridad sobre todo al inversor que viene a nuestro país. Así funciona Francia, por ejemplo que tiene un juez para estos casos arbitrales.

Hay espejos en los que el arbitraje puede fijarse de cara a su expansión. Países como Francia y Suiza se reparten buena parte de los arbitrajes continentales. También hay aspectos que se pueden aprender de los modelos anglosajones. De todas formas creo que vamos en buen camino en cuanto a las gestiones que se están realizando.

¿Cuál es el nivel de los árbitros españoles a nivel internacional?

La reputación de los árbitros españoles fuera de nuestra frontera es muy buena pero aún son muy pocos si los comparamos con los colegas franceses, suizos o ingleses. Por ese motivo, creo que aún queda mucho por andar en materia de arbitraje y no debemos dejarnos deslumbrar por este aspecto concreto.

Por último, ¿podría hacernos un balance de su estancia en el Club del Arbitraje, como presidente y uno de los fundadores de esta entidad?

Reconozco que trabajar en el Club del Arbitraje en sus primeros cuatro años de vida ha sido una de las experiencias más gratificantes en mi carrera profesional. Se trataba de recoger las oportunidades que se veía en la ley de Arbitraje del 2003 e intentar convertir a España en uno de los players más importantes del concierto arbitral.

Ha sido uno de los pocos movimientos que ha impulsado la sociedad civil. Una sociedad civil que en nuestro país está aun dormida y es poco participativa. Aunque hay entidades parecidas en Alemania y Suiza realmente no nos inspiramos en ningún modelo conocido. Se trataba de poder crear las reglas de juego del arbitraje en nuestro país para luego, todos nosotros, competidores en muchos casos, poder desarrollar nuestro trabajo.

No hay un paralelismo entre mi trabajo en esa entidad y en la Corte del Colegio de Madrid. Aunque sí le puedo decir que me conformaría que también la institución arbitral que presido pudiera ser, además de una entidad de reputada solvencia por la calidad de sus árbitros y sus laudos, un foro de encuentro y opinión como ya lo es el propio Club del Arbitraje.

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.