Nazario de Oleaga es una excepción en el mundo de la abogacía, que tacha abiertamente de reaccionaria y conservadora. Desde hace diez años, ejerce el cargo de decano en el Colegio de Abogados del Señorío de Vizcaya y a sólo dos meses de terminar su último mandato, no tiene ningún reparo en asegurar que los colegios han hecho muy mal las cosas. Según este letrado, «la mayoría de instituciones no defienden los intereses de los ciudadanos ni de los abogados sino la permanencia de sus decanos, sus juntas de gobierno y sus privilegios».

Nazario de Oleaga
Nazario de Oleaga

En esta entrevista concedida a Diariojurídico, De Oleaga también opina sin tapujos sobre el Anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales, el futuro de los procuradores o la situación del turno de oficio. Pero, sobre todo, habla de lo mal que tanto el Consejo General de la Abogacía Española como la mayoría de colegios han atendido la responsabilidad deontológica y los derechos de los ciudadanos. 

– El pasado mes de agosto se aprobó el Anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales que ha puesto al Consejo General de la Abogacía en pie de guerra. ¿Crees que la colegiación debería seguir siendo obligatoria para todos los abogados?

Dentro del Consejo yo he sido siempre una rara avis. Soy partidario, total, de la colegiación voluntaria. Creo que es muchísimo mejor. He escrito mucho sobre eso, pero desde hace 10 años. De lo que me quejo es que el CGAE no haya cogido el toro por los cuernos en su momento y no nos hayamos adelantado, porque entonces hubiésemos hecho algo decente.

¿Adelantaros a Europa?

No, a una regulación que se veía claro que venía y que vendrá. Ahora lo de la colegiación queda incólume. Más pronto que tarde acabará siendo voluntaria por una sencilla razón: porque los colegios y los consejos, hoy en día, no representamos a la gente. La gente nos queremos sentir representados. Y las instituciones no lo hemos conseguido.

¿Cómo va a cambiarlo la colegiación voluntaria?

En contra de lo que se dice, yo lo veo por el lado positivo y creo que la colegiación voluntaria es mucho más beneficiosa por una sencilla razón. Si los colegios de abogados hubiésemos hecho bien nuestro trabajo, hubiésemos atendido la responsabilidad deontológica que tenemos y no hubiésemos sido, simplemente, órganos que exclusivamente defienden a los abogados frente a los clientes, la Administración no tendría que encargarse de la cuestión deontológica.

A lo mejor para estar en tribunales habrá que estar colegiado de alguna manera, tal y como contempla el Anteproyecto, pero para otras cuestiones quizá no sea necesario y quién esté colegiado, lo estará porque le estamos dando un servicio de mucha calidad. Y sobre todo, en ese tiempo podrán arbitrarse instituciones nuevas. Los colegios no han sido capaces de dar respuestas adecuadas y el Consejo General de la Abogacía tampoco. Es un muerto en vida. Y si algo no funciona, ¿por qué no eliminarlo? Es que estamos empecinados en mantener lo que no vale para nada.

¿Cómo se ha llegado a este punto? 

Cuando se instituyeron los colegios la idea era que fuésemos una especie de brazo de la Administración, pero naturalmente, para proteger al administrado. Sin embargo, durante todo este tiempo y especialmente en las últimas décadas, nos hemos convertido en algo puramente gremial.

Tenemos una responsabilidad deontológica y, sin embargo, mucha gente se queja de que todas las denuncias que se hacen a los abogados rara vez prosperan. De hecho, el nuestro es el único colegio en que cuando hay un juicio contra un abogado porque este se ha quedado con dinero, nosotros nos mostramos como acusación particular en lugar de ir a defender a ese compañero, como hacen la mayoría de los colegios.

De encargarse la Administración de la cuestión deontológica, ¿las quejas y denuncias contra los abogados irían a través de lo contencioso?

No lo sé. La Administración tendría que arbitrar algún sistema. Yo lo que digo es que hoy en día lo hemos hecho fatal. Creo que, probablemente, los órganos de resolución de estas cuestiones tendrían que ser mixtos. No me estoy inventando nada porque se ha hecho en otros países y aquí hay algún colegio como el de Valencia que quiere instaurarlo. De esa manera la mitad de la composición tendría que estar formada por abogados y la otra mitad por consumidores y usuarios. Sino, estamos todos los abogados resolviendo como jueces y parte. Y eso no ha funcionado nunca.

Por ahí te dirán que funciona estupendamente, pero te mienten. Pídeles números, cifras, resoluciones para ver cómo lo hacen. Las instituciones de la abogacía están enquilosadísimas en el pasado. No defienden los intereses ni de la gente ni de los abogados. Simplemente, lo que defienden es la permanencia de sus decanos, de sus juntas de gobierno y de sus privilegios.

Te parecerá bien, entonces, que se reduzca el número de colegios al ámbito provincial.

Me parece muy insuficiente todavía. Eso en el año 1940 hubiese tenido sentido pero ya no lo tiene. La mayoría de colegios, como el nuestro, son de la década de los años 30 del siglo XIX porque hay una ley que permite que cuando se juntan 20 abogados en un partido judicial creen un colegio. Eso en 1838 podía tener cierta explicación. Pero en 1940 ya no tenía ninguna porque la distribución política y geográfica era provincial. Y ahora que tenemos una distribución por autonomías, más de 17 colegios me parecen muchos.Esos colegios pequeños, por el bien de los abogados tienen que desaparecer porque no dan servicio.

Por poner un ejemplo, la provincia de Madrid tiene el colegio de Alcalá y el Madrid. Uno con 2.000 colegiados y el otro con 60.000. Los servicios qué da un colegio frente a los que da el otro hacen que los abogados no estén en igualdad. Todos los colegios deberían tener más o menos el mismo peso. O un Consejo que de verdad funcionara.

Por poner otro ejemplo, en Navarra hay cuatro colegios y alguno tiene 40 abogados. ¿Qué servicios puede dar ese colegio? Ninguno. Los colegios tenemos que existir mientras damos servicio. Cuando hemos demostrado que no hemos hecho nuestro trabajo adecuadamente, habrá que pensar alternativas. Si nosotros no hemos sido capaces de pensar esas alternativas, la Administración tiene la obligación de no solo plantearlas sino de imponerlas, porque está obligada a defender a los administrados. Por eso, desde mi punto de vista, los proyectos del gobierno no me parecen bien. Pero me parecen mucho mejores que como se está rigiendo la abogacía en la actualidad.

¿A parte de la formación, qué otros servicios motivarían que el abogado se colegiara voluntariamente?

La formación, desde luego, sería uno de los elementos primordiales. Pero, la formación y sobre todo la información. Tenerles al tanto de las sentencias fundamentales que van saliendo, por ejemplo. Lo que hacen los colegios importantes. Además, la unión hace la fuerza. A lo mejor adquiriríamos oficinas en alquiler más baratas porque seríamos muchos, ordenadores más baratos porque podríamos hacer pedidos mucho más importantes… No tiene más que ventajas una concentración de ese tipo.

Por otro lado, el CGAE ha estado, durante mucho tiempo yendo en contra de la ley de tasas, lo que ha sido muy muy loable. Pero, de repente, les empiezan a tocar las sedes de los 83 colegios que hay en España y se olvidan de la Ley de tasas. Ahora la prioridad es mantener la existencia de esos guatarates. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Si son organizaciones inútiles. Inútiles, realmente. No sirven ni van a servir para nada y somos tan brutos de quejarnos de que el Gobierno está poniendo solución a algo que la gente está demandando. Yo no soy nada afecto a este gobierno -creo que a ninguno, pero a este menos- pero es que no estaría dictando leyes solo para molestar a la gente y perder votos. ¿En qué cabeza cabe eso? Como decano prefiero eso a lo que está haciendo el CGAE, que es para echar a correr.

Eres de los pocos que dice eso.

El único. La mayoría de ellos son cobardes e interesados. Están defendiendo exclusivamente su viajecito a Madrid, el comer con el presidente de la Audiencia de su lugar de origen o cosas de esas. Eso no son los intereses de la gente. No defendemos los intereses de la gente desde los Colegios.

Otra cosa que prevé el Anteproyecto de LSP es la eliminación de la incompatibilidad entre procuraduría y abogacía. ¿Quién crees que va a quedar más afectado por ello?

Yo creo que aquí, de nuevo, incurrimos en el error de que somos colectivos extremadamente conservadores y a lo mejor tenemos que perder ese chip de reaccionarios como son tanto abogados como procuradores. A lo mejor lo que tenemos que pensar es que vimos claramente como venían las cosas pero no fuimos capaces de poner una solución.

La profesión de procurador es más amplia de lo que la gente cree ya que no es solamente el que trae y lleva papeles sino que tiene responsabilidades realmente importantes. Pero a la gente la impresión que se les da es que exclusivamente se dedican a eso, a traer y a llevar papeles. Pues los colegios de procuradores tenían la obligación de haber educado a la gente para saber qué es lo que se estaba haciendo.

También es cierto que las profesiones no son para siempre. Lo que va a ocurrir es que cuando se desarrolle la firma electrónica lo que tendremos que hacer es irnos adecuando. Antes la gente te traía carbón y te lo subía a casa. Ahora te entra gas por un conducto. ¿Nos quejamos porque han desaparecido los carboneros? No, estamos contentos porque nos traen el gas a casa y porque esas personas que hacían ese trabajo, que a lo mejor no era muy agradable, se pueden dedicar a hacer otra cosa más importante. Yo no creo que de hambre vaya a quedar nadie.

¿Crees, entonces, que los procuradores van a hacer de abogados?

Dentro del mundo de los operadores jurídico tenemos que ser más amplios, por un lado, y mucho más especialistas por otro. Antes el abogado te hacía de todo. Ahora somos muy especialistas en campos muy determinados. Bueno, pues el procurador probablemente va a ser un abogado especialista en ejecuciones, que es un campo muy, muy especial. Son los que están mejor preparados porque son los que mejor lo han llevado.

Sobre cómo se han hecho las cosas de la compatibilidad o incompatibilidad, los procuradores siempre te dirán que son trabajos incompatibles pero yo no acabo de entenderlo porque si vales para una cosa, a lo mejor también vales para la otra. Pero desde luego hay que saber explicar mejor las cosas.

Cambiando de cuestión, otra reforma reciente que ha alzado polémica es la del Código Penal, que se aprobó hace apenas una semana. ¿Qué opinas de la prisión permanente revisable?

Me parece espantoso. Todo lo que sea poner puertas al campo me parece, primero, rídiculo; que de poco va a servir. Legislar a voluntad de los grandes grupos o de los que más chillan, como las asociaciones de víctimas de terrorismo, me parece un tremendo error. Hay que ser muy consciente en todas las regulaciones. Yo concibo la pena como rehabilitadora, no como un castigo per se. Y me parece que las mejores leyes son las que menos existen o las que tienen principios claros. Pero las que tienen principios de venganza o principios de satisfacer al populacho, no me merecen ningún respeto.

Antes has citado las tasas judiciales. Uno de los órganos que ha hecho presión en contra de la nueva normativa es la Federación de Colegios de Abogados de Europa, de la que te nombraron vicepresidente segundo el pasado mes de junio. ¿Cómo está la situación?

El otro día tuvimos una reunión de presidencia en Bilbao y lo que hemos acordado es seguir incidiendo en ello. Lo que pasa es que somos una institución europea pero no podemos hacer las cosas sin contar con la institución local de cada país. Aquí estamos un poco pendientes de que se nos diga cuál es la pauta pero desde el Consejo lo tienen un poquito olvidado ahora con la historia de los colegios.

¿Crees que hay vuelta atrás?

Vuelta atrás no, porque tampoco creo que deba haberla. La supresión absoluta de las tasas a mi tampoco me parece justa en este momento de crisis que vivimos. Pero que se module. Porque la verdad es que se habían puesto unas tasas que son totalmente disuasorias e imposibilitadoras de acceder a la justicia. Eso es lo que no puede ser. El hecho de la tasa no es inconstitucional, lo que nosotros vemos como inconstitucional es que, es tal su montante, que te priva de acceder a la justicia.

También es cierto que los abogados hemos sido muy culpables de cómo está la situación. Todavía sigo oyendo algunas tonterías en el Consejo y en muchos colegios como decir: “Recurres una multa de 200 euros y sólo recurrirla te va a costar 150 en tasas”. Es que las multas de 200 euros no tendrían que ir a un juicio. Las cosas no son gratuitas.

En relación al turno de oficio, el Colegio de Abogados de Vizcaya fue noticia el pasado mes de febrero por cerrar el Servicio de atención jurídica gratuita debido a problemas con el pago de los honorarios. ¿Cómo terminó el tema?

Todavía está terminando, pero el pasado 2 de septiembre se aprobó una Ley por la que el Colegio se puede cruzar datos con Hacienda. De este modo concedemos el abogado de oficio sabiendo, desde un primer momento, que esa persona va a ser beneficiaria de justicia gratuita. Así evitamos que el abogado tenga que reclamar el pago de los servicios ofrecidos durante los primeros meses de trabajo en aquellos casos en que, posteriormente, resultaba que la persona no tenía derecho a la justicia gratuita porque sus estándares económicos eran demasiado elevados. Ahora esto ya funciona con normalidad. Además, el gobierno vasco, en este momento, está en buena sintonía con los abogados. Estamos satisfechos.

¿Qué preocupa al abogado vizcaíno ahora mismo?

Nos preocupa lo que le preocupa a todo el mundo: saber si vamos a poder seguir trabajando en nuestros despachos porque estamos viendo que la situación no acaba de despejarse por mucho que se diga. Han bajado mucho los ingresos. Y eso es lo que le debe preocupar. El resto de las preocupaciones, mientras existan los colegios, no deberíamos tenerlas. Porque los colegios tenemos que resolver esas otras preocupaciones: que estés bien formado, que estés bien informado, que no vaya la gente contra ti, que tengas libertad para desarrollar tu trabajo… De todo esto tenemos que encargarnos nosotros. Y la verdad es que algunos lo hacemos pero la mayoría de los colegios no lo hacen.

¿En qué situación está la relación abogado-juez?

Creo que son muy excepcionales esos problemas de educación que antes podían ser más corrientes. Los jueces cada vez tienen más cabeza en ese sentido. Aquí, la relación durante unos años fue muy mala pero desde que se fue la cúpula judicial que había antes, es buena. Dicho eso, me preocupa tanto como eso o más, la relación abogado-cliente porque muchas veces el abogado que más se queja de faltas de respeto del juez es el que es extraordinariamente irrespetuoso con su cliente y con los funcionarios del juzgado y el que va con esa prepotencia que luego denuncia en el otro. Lerdos hay en todas partes. Entre abogados y entre jueces. A mi no me caen bien ni unos ni otros. Pero creo que la relación, en conjunto, es buena todos tenemos la obligación de que lo sea.

Antes del verano hubo elecciones en el Colegio de Abogados de Barcelona y se generó mucho debate durante la campaña sobre el papel que debía tener el colegio ante cuestiones sociales como la independencia. ¿Qué papel consideras que debe ejercer la institución colegial?

Para mi, el colegio tiene que ser sociedad civil. La sociedad civil tiene que ser un punto de extraordinaria referencia en cualquier debate que ocurra dentro de la sociedad porque de otra manera estamos dejando toda la iniciativa, inventiva y todos los medios a desarrollar a los partidos políticos. Yo, que soy abstencionista y paso de todos los partidos políticos, lo primero que tengo que decir es eso. Pero como fuerza social. No como fuerza política de apoyo a uno de los partidos.

No podemos decir que el colegio de abogados solo se tiene que dedicar a las cosas del colegio. Para eso apaga y vayámonos. Hoy en día, la sociedad civil no está para eso. La sociedad civil está para, en ocasiones, incluso afear a los políticos cuando están haciendo algo que no es correcto. Pero afear a los políticos para defender a la gente cuando ellos no lo hacen. Y muchas veces tenemos que enfrentarnos a ellos.

¿No existe el riesgo de tomar una postura que no sea compartida por todos los colegiados o incluso por parte de la junta?

Puede existir ese riesgo pero todo en la vida tiene un riesgo y por eso están las mayorías. Eso que tan bonito se dice. Si una mayoría opina que no está bien que actúes de esa manera, pues no te volverá a votar y votarán a otros que simplemente estarán chupando el boli y haciendo las cuentas del turno de oficio. Lo que quiero explicar es que se tienen que distinguir ambos conceptos: una cosa es opinar, decir las cosas, pero nunca desde un prisma político y nunca como apoyo a ningún partido político. Ahí es donde puede estar el problema.

Nosotros en la junta tenemos gente de todos los partidos políticos. Y jamás hemos tenido un problema. Ni cuando hemos tenido que defender a los abogados de etarras, ni cuando he tenido que denunciar torturas que se producían en Madrid con detenidos de la Audiencia Nacional, ni cuando hemos tenido que defender a las víctimas. Nosotros lo que tenemos que hacer es defender a las personas, al margen de si son de un partido o de otro. Hemos hecho muchas barbaridades que les parecían a algunos, pero al final tampoco se atreven a meterse porque luego saben que, por otro lado, cuando a ellos les vaya mal y estén conculcando esos derechos, también les vas a defender. Claro que tenemos que opinar desde el Colegio, pero no como fue la campaña catalana, que estubo muy politizada.

El próximo 28 de noviembre se celebrarán elecciones al decanato del Colegio que presides. ¿Te presentarás a la reelección?

No. Ya se cumplirán 10 años desde que empecé y no me vuelvo a presentar porque a lo largo del tiempo pierdes frescura e ideas. Eso lo hemos visto en el Consejo General de la Abogacía, donde tenemos una presidencia que se presenta porque parece que en mundo sólo estudió Derecho él. Pues tampoco es así. Y si hay gente de tu grupo que también se quiere presentar, también tienes que dejar paso.

¿De qué estás más orgulloso después de una década al frente de la institución?

De nada en concreto.

¿Y qué dirías que queda por hacer?

Todo. Haces mucho pero siempre queda todo porque el mundo avanza. Si lo hubiésemos hecho todo sí que tendríamos que desaparecer. ¿Para qué eguir? Esta es una institución que se ha distinguido siempre por defender los derechos de la gente. Pues no puedes ni cerrar los domingos, hay que hacerlo siempre. Pero esto es labor de equipo, de conjunto. Somos un equipo muy fuerte y el mérito o trabajo es de todos.

4 Comentarios

  1. Aprecio que voces bien autorizadas enfoquen el tema de los colegios de abogados con visión progresista consistente, a mi criterio, en desnudar su obligada existencia porque no se sostienen al hilo de los cambios. No se sostienen como cosa pública y de obligada adhesión para quienes ya con esfuerzo y mucho tiempo acceden a la condición de licenciados o graduados de esta nuestra ciencia o, ultimamente, instrumento socio político. Otra cosa es que al hilo del derecho de asociación, los abogados reunidos, sean capaces de crear un ente con suficiente atractivo para ejercientes y no ejercientes.

    Desde otra perspectiva, quisiera indicar que este avance debe ser aprovechado para cerrar filas en torno a otros reductos del pasado cuyo mantenimiento en nuestro tiempo debe ser objeto de serio debate; me refiero a registradores y notarios, de mucho peso político, como lo demuestra que uno de ellos dirija la Nación española y aproveche tal circunstancia para reforzarlos dotándolos de nuevas parcelas que bien podria asumir la Administración Pública a menor costo.

  2. No sólo respeto sino que comparto íntegramente sus comentarios. Como procurador creo que nos hemos de reciclar en algo más de lo que veníamos haciendo porque el título académico nos habilita para ello.
    Respecto a las corruptelas de los decanos y magistrados qué decir ¡si soy de Madrid! Están a la luz del día. Nuestro Consejo incluso ha pagado entierros a políticos por presiones de grupos políticos.
    Desde luego que no han sabido transmitir a nadie para qué sirven los procuradores, es más sus alegaciones sobre los procuradores se limitan al hecho de que pagamos -ilegalmente- los servicios de notificaciones. ¿Es que es para lo único que sirve un procurador? Apañados vamos con tales defensores.
    Lo dicho, me habría gustado compartir una charla con este Decano cuyas opiniones suscribo.
    Enrique Herrera Aguilar. Procurador. Colegiado 43004 ICPM.

  3. Pues entonces este señor ha sido un inútil durante sus diez años de mandato, y ahora ¿no se postula para un cargo político en Europa? Todo tiene su explicación.

    • Totalmente de acuerdo contigo. En diez años se carga el Colegio, protege sus privilegios y ahora en la crisis se va de rositas a cobrar por los servicios prestados.

      En Europa todo apunta en sentido totalmente opuesto al que indica este iluminado y sus jefes.

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