Por Pilar Sánchez-Bleda, Socia Directora de Legal & Media Advisers 

Lejos quedan los tiempos en los que los proyectos audiovisuales y multimedia eran numerosos y su conversión a la realidad un hecho de fácil ejecución.

Hoy, en un entorno global en el que los recortes económicos, la contención del gasto y la falta de liquidez son elementos consustanciales a la propia existencia, producir contenidos en España es todo un reto.

Así pues, ante este reto, en una situación cambiante y económicamente debilitada, el abogado no puede ni debe limitar su papel a un asesoramiento pasivo en las producciones audiovisuales y/o multimedia.

El abogado debe ser pro-activo y convertirse en un partner más de la producción, apostando por el producto final y ligando parte de sus servicios como profesional al éxito de la producción. Ha de convertirse en un “productor ejecutivo legal” y desplegar y combinar sus habilidades de negocio con los conocimientos jurídicos especializados.

De una correcta valoración de todo proyecto, va a depender en gran parte su viabilidad, por eso, un asesoramiento integral a la producción debe poder ofrecer al cliente un “Servicio de Valoración de Proyectos” (SVP) que vaya más allá de una valoración legal del guión o proyecto, una valoración profesional completa que permita dimensionar el proyecto y minimizar el riesgo del mismo.

Por otro lado, conocer y valorar el plan de financiación y de retorno de la inversión de todo proyecto audiovisual/ multimedia es un elemento esencial. Sólo partiendo de ese conocimiento podrá el abogado plantear al productor las posibles vías “reales” de financiación privada para intentar cubrir el gap financiero. El abogado ha de implicarse en el proyecto y apoyar activamente al productor en sus negociaciones financieras para que pueda materializarse la producción. Tiene  que defender la viabilidad frente a posibles terceros poniendo en contacto oferta y demanda. En este sentido, los contactos y el networking del abogado se convierten en un punto crucial.

En el desarrollo de la producción, el abogado tiene que caracterizarse por su rigurosidad en la cadena contractual. Debe poder negociar desde una póliza de de Errors & Omissions hasta una coproducción multipartita para la realización de un videojuego, pasando por un money collector, la adquisición de los derechos de un formato o la negociación de producciones estereoscópicas de animación y ficción. Ha de ir más allá del asesoramiento contractual tradicional respecto de los integrantes de cualquier tipo de producción, debe ofrecer un espectro de servicios mucho más amplio que le dé un valor añadido a los mismos y que suponga un verdadero apoyo legal integral al productor.

El control sobre la distribución de la producción en esencial. El conocimiento de los diferentes mercados en los que pueda ser colocada la producción y el respeto escrupuloso de los períodos de hold back (tan cambiantes por la aparición continua de nuevas tecnologías y de nuevas ventanas de explotación) permitirán al abogado ayudar al productor en el exhaustivo control de su producto. Sólo con un férreo control de la distribución de la producción podrá garantizarse un efectivo retorno de la inversión y de los posibles beneficios que se generen. Por ello, el abogado ha de jugar un papel esencial en la fase de distribución de la producción -tanto a nivel nacional como internacional- controlando los términos y condiciones de los acuerdos con el distribuidor/ es o agente/s de ventas y diseñando conjuntamente con el productor un mapa de distribución eficaz que permita rentabilizar al máximo la titularidad de los derechos de la producción mediante cesiones múltiples pero controladas y que no entren en conflicto entre sí.

Pero la labor legal en el proceso de creación y explotación de una producción no debe agotarse con la firma de los Deal Memos/ Acuerdos de distribución. Es igualmente importante un correcto seguimiento del cumplimiento de los términos de los acuerdos de distribución. El abogado debe instar el cumplimiento de todo lo negociado, desde la frecuencia de las liquidaciones a la efectividad de los pagos y el respeto de las exclusividades. De su cumplimiento dependerá en gran parte el éxito de la explotación.

Por todo lo antedicho, en un mundo absolutamente cambiante en el cual el sector del ocio y el entretenimiento es cada día más dinámico y móvil, sólo un abogado con experiencia y profundo conocimiento del sector que sepa adecuarse a la totalidad de necesidades del productor  y del mercado, y adopte un papel altamente activo en la producción obtendrá la fortaleza competitiva relevante que permita marcar la frontera entre el éxito y el fracaso.

Atrás quedaron los “abogados silla”, pasivos y  con el único fin de esperar la llegada de la consulta del cliente, debe primar la creación y adaptación al cambio. Sólo de ese modo el abogado del sector de los medios podrá progresar y conseguir la excelencia.

Como decía Charles Kettering, inventor estadounidense, “el mundo odia el cambio, sin embargo, es lo único que ha traído el progreso”.

 

 

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