Expresan senadores que este tipo de crímenes constituyen una amenaza a la paz, seguridad y bienestar de los países.
La Comisión de Relaciones Exteriores Asia-Pacífico-África, que preside la senadora Cora Cecilia Pinedo Alonso, aprobó un dictamen para solicitar a la Secretaría de Relaciones Exteriores que impulse el pronunciamiento formal, por parte del Estado mexicano, para reconocer el genocidio armenio ocurrido entre 1915 y 1916.
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, la población armenia ascendía a dos millones de personas en un Imperio otomano en pleno declive. En 1922, había menos de cuatrocientos mil, el resto, alrededor de un millón y medio, murieron en lo que los historiadores consideran prácticamente de modo unánime un genocidio.
El 24 de abril de 1915, justo un día antes del desembarco aliado en la península turca de Galípoli durante la Primera Guerra Mundial, las autoridades otomanas, bajo las ordenes de los Jóvenes Turcos, el partido que ostentaba el poder en Turquía en aquel momento, arrestaron a la élite intelectual y política de la comunidad cristiana armenia.
Las cifras hablan por sí solas: alrededor de un millón de armenios fueron exterminados por el gobierno otomano en 1915. Las extraordinarias dimensiones de esta masacre fueron las que más tarde inspiraron al jurista Raphael Lemkin para acuñar el término “genocidio”. Sin embargo, a pesar de las evidencias y el cada vez más amplio reconocimiento internacional, Turquía sigue negando que la persecución que sufrió el pueblo armenio fuera un “acto perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Su postura oficial sigue inamovible: fue una tragedia ocurrida dentro de un contexto de guerra, justificada por la sublevación de los armenios en alianza con los rusos, y en la que hubo víctimas por ambas partes.
En el dictamen, las y los senadores señalaron que, pese a los principios fundacionales de la comunidad internacional -que incluye el respeto de los derechos humanos, sin discriminación por motivos de raza, sexo, idioma o religión-, el discurso de odio sigue permeando a todas las sociedades y ha sido evidente su manifestación mediante xenofobia, racismo, intolerancia y misoginia violenta.
Subrayaron que este reconocimiento representa un llamado de atención permanente con el que se advierte que, cuando el odio se convierte en un arma de Estado, “nada es imposible o impensable para el ser humano”.
Los senadores destacaron que se trata de uno de los genocidios más terribles registrados en la historia por el número de víctimas, perpetrado por el entonces Imperio Otomano, entre 1915 y 1916, en el que, lamentablemente, perdieron la vida alrededor de millón y medio de personas.
Este tipo de crímenes, agregaron, constituyen una amenaza a la paz, seguridad y bienestar de las personas, pues destruyen total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.
Además, constituyen un atentado intencional, brutal e inhumano, bajo el pretexto de una falsa superioridad con la que, históricamente, se trata de encubrir la muerte de millones de personas.
Expresaron que hasta la fecha 31 Estados han reconocido el genocidio armenio: Argentina, Uruguay, Chipre, Estados Unidos, Paraguay, Brasil, Rusia, Ciudad del Vaticano, Dinamarca, Canadá, Grecia, Líbano, Bélgica, Francia, Suecia, Italia, Suiza, República Checa, Portugal, Eslovaquia, Países Bajos, Polonia, Venezuela, Lituania, Chile, Bolivia, Austria, Luxemburgo, Alemania y Siria. Además de algunos órganos internacionales como el Parlamento Europeo y el PARLASUR.
Por lo que, en congruencia con los principios pacíficos, solidarios y de respeto a los derechos humanos, que históricamente rigen la política exterior del Estado mexicano, reiteraron que el país debe de sumarse a este reconocimiento.