Por Enric R. Bartlett Castellá, decano de ESADE – Facultad de Derecho (URL)

La crisis económica, omnipresente en las conversaciones, es asimétrica, no golpea por igual a todos los sectores, tampoco en el ámbito legal.

Los problemas para determinadas empresas se han traducido en más actividad en algunas especializaciones (concursal, financiaciones, laboral…) y caída en otras (administrativo, inmobiliario, M&A…). Si gracias a nuestras decisiones colectivas y a la mejora de la actividad económica en Alemania y Francia, los “brotes verdes” anunciados en otoño vuelven con las golondrinas y florecen, todo será más fácil.

Estas semanas está de actualidad debatir sobre nuestro modelo productivo. Quienes nos dedicamos a la actividad jurídica, conocemos las posibilidades y los límites de la Ley como instrumento de transformación de la realidad.

Puede ser inmediatamente eficaz para redistribuir riqueza; pero no lo es tanto para crearla y, en todo caso, para promoverla ha de dar certezas, despejar incertidumbres, clarificar las reglas del juego.

En la formación universitaria jurídica, eso se traduce a día de hoy en la necesidad que el Gobierno de España de pistas suficientes sobre el Master de Acceso a la Abogacía, para que las facultades de Derecho lo podamos preparar adecuadamente, y contribuir así a una mejor formación de nuestros futuros abogados y procuradores.

Mientras, en ESADE seguimos trabajando por la excelencia de nuestros alumnos. Estamos en un proceso de ajuste fino de la aplicación de nuestro modelo pedagógico, a la realidad que presentan nuestros alumnos llegados de los niveles educativos previos.

Con el fomento de clases participadas o del trabajo individual y en grupo, se trata de conseguir que los licenciados en derecho hoy, los graduados mañana, tengan unos sólidos conocimientos y unas capacidades suficientes sobre las que ir construyendo, la o las especializaciones que la vida profesional les exija. Es decir, no es necesario que conozcan todos los pormenores de los contratos administrativos; pero sí y muy bien, los elementos esenciales de la contratación, en general, y las especificidades de la contratación pública.

Soy de los que opinan que ha de ser el Master de Acceso el que permita ya adentrarse en una cierta profundización. Para ello, debería habilitarse a las facultades a destinar a esa finalidad, al menos 30 créditos, esto es, 750 horas de aprendizaje sobre el total que pueda tener el programa. De esa manera garantizaríamos una primera parte de la especialización que hoy brindan nuestros masteres.

Nuestra tarea, como facultad de Derecho, está condicionada por la respuesta de los despachos a la pregunta de si han de contratar ya nuevo talento, para disponer de él a la salida de la crisis o, por el contrario, esperar a que ésta se produzca. Mi recomendación es que hagan lo posible por retener y obtener talento. Fórmulas como las utilizadas en la “City” londinense durante 2009, consistentes en contratar ya, retribuyendo un porcentaje del sueldo y con incorporación demorada a la finalización de estudios de especialización (Master, postgrado), deberían explorarse. Pero no son sólo decisiones de contratación o de formación las que deberán adoptar los despachos.

La aplicación de la Directiva de Servicios, no sólo va a afectar a los taxistas y al transporte de viajeros a y desde los hoteles. También tendrá impacto en los abogados; pero no está de más recordar que en su actividad no hay ni mercados cautivos, ni abusos de posición dominante.

La posibilidad de entrada de socios no profesionales en el capital de las firmas de abogados, como ocurre en Australia y puede suceder en breve en el Reino Unido, se planteará también en España. El eventual conflicto entre los deberes con los clientes y con los resultados de la firma, justifica que no se adopte una solución precipitada, es demasiado lo que está en juego.

Como decía el Sr. Steven Zack, presidente de la “American Bar Association”, en una conferencia a nuestros alumnos hace unos días, la grandeza de la profesión de abogado no está en que puede ganar dinero, sino en que puede corregir la injusticia.

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