Por Santiago Monclús, Letrado responsable de las áreas de Derecho Mercantil, Societario y Concursal en SMF Monclús Abogados. 

En estos momentos de replanteamiento general de instituciones, creencias, formas de vida, que podemos apreciar en todos los ámbitos, afloran a las capas más accesibles de la memoria las enseñanzas ya lejanas de nuestras clases de Filosofía del Derecho. Y ahí me topo directamente con Ihering y su magistral La lucha por el Derecho. Ignoro por qué motivos, pero lo cierto es que ya entonces me fascinó la idea de la lucha por el Derecho, tal vez como secuela de la lucha por la vida que previamente había proclamado Darwin en su bestseller filosófico El Origen de las Especies.

Lo que entonces podía considerarse como mera enseñanza académica, con no demasiado éxito (la asignatura de Filosofía del Derecho no gozaba de demasiado prestigio ni seguidores entre los estudiantes en las Facultades de Derecho), ahora se nos muestra como diáfano reflejo de la realidad, pues cada día asistimos a episodios de una fascinante lucha por el Derecho, por no decir una auténtica batalla sin concesiones que se libra no sólo en los tribunales de justicia (aunque en ocasiones son parte esencial en su desarrollo: sin la decisión y valentía de muchos de nuestros jueces no se hubieran alcanzado los objetivos deseados) sino en las casas, en las calles, en las plazas de las pequeñas y grandes ciudades, en todos los lugares en los que  personas reales, acuciadas por sus problemas y sus deudas, han decidido, siguiendo a Ihering (aunque evidentemente sin saberlo) luchar por el Derecho, por sus derechos, ante la ineludible certeza de que sin lucha su mundo, el mundo en el que han vivido cómodamente instalados en las última décadas, se desmorona sin remisión.

Ihering sostenía que “todo derecho en el mundo ha sido logrado por la lucha, todo precepto jurídico ha tenido primero que ser arrancado a aquéllos que le resisten” (¿Les recuerda algo? ¿Pensaría Ihering, a finales del siglo XIX, en los coches oficiales, en las comisiones, en las dietas, en los intereses abusivos, en los viajes en preferente? Era sólo una idea, supongo que disparatada). Y es más: para Ihering, la lucha por el derecho no constituye únicamente una decisión personal, sino que es “un deber del afectado para consigo mismo”.

No se trata de meras divagaciones filosóficas, más bien al contrario, cada día podemos observar numerosos supuestos: la paralización de las ejecuciones hipotecarias, la regulación de las daciones en pago, la nulidad de las cláusulas bancarias abusivas, la investigación de los niños robados, el coto a las retribuciones desproporcionadas, el control del gasto público injustificado (adiós coche oficial adiós), …, entre otros muchos ejemplos, son manifestaciones palpables de la existencia de una implacable lucha por el Derecho.

No todas las batallas acaban con un avance jurídico; algunas finalizan (al menos de momento) con un fuerte retroceso, como la imposición de las Tasas Judiciales, que absurdamente pretenden limitar, si no impedir, el acceso a la jurisdicción, sin percatarse de que el conflicto no se extinguirá de este modo, sino que encontrará otros cauces en los que desarrollarse, tal vez no tan pacíficos y civilizados como el que pueda ventilarse de forma reglada antes los tribunales de justicia.

En cualquier caso, y en especial en situaciones tan turbulentas como las que nos están tocando vivir, seguiremos asistiendo a una inevitable sucesión de batallas jurídicas, desarrolladas en diversos escenarios, y que serán expresión de una misma lucha por el Derecho.

4 Comentarios

  1. Gracias Santiago por traer a nuestra memoria aquellos contenidos de la carrera que, si bien en aquel momento parecían poco interesantes, ahora se hacen imprescindibles para entender los cambios del mundo en que estamos viviendo, y sobre todo los que nos quedan por vivir.

  2. Sin duda te interesarán muchos posts de nuestro Blog, hayderecho.es , que ya es el más visitado foro de debate jurídico en España.
    Muy interesante tu artículo!

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