Franco ConfortiLas crónicas dirán algo asícomo: … a lo largo del año 2013 hubo en España más de 1.000 cursos de formación en mediación. La mayoría de ellos de dudosa «calidad».

Así fue como en el año 2014 asomaba la queja de Cristina Falkenberg [1] en una de las redes sociales para profesionales más importantes del momento LinkedIn.

De «calidad»o no, la falta de trabajo alentaba por igual a alumnos y formadores a buscar en la mediación la tabla de salvación, la nueva fórmula del éxito para sus despachos.

Algunos hicieron su Agosto mientras que, a manos de propios y extraños, la mediación como promotora de la cultura del ganar-ganar fue, paradójicamente, la única y gran perdedora.

Creo que no es exagerado decir que desde que se conoció el primer proyecto de Ley de Mediación la formación ha sido uno de los temas candentes.

No digo nada nuevo si digo que la formación es un negocio legal, honesto y necesario. Tampoco digo nada nuevo al decir que hay buenos y malos sitios donde formarse, como en cualquier otra materia aquítambién «la calidad» varía mucho de un programa de formación a otro.

La formación en mediación es un «atractivo negocio» también para los formadores y para los no formadores devenidos en formadores de la noche a la mañana, máxime cuando nadie sabe si el formador esta cualificado para ello o no, ya que a juzgar por los comentarios de los alumnos parece que no abundan los formadores que saben de quéva realmente esto nuevo que se llama mediación.

Sobre el tema de los formadores de mediadores, no he escuchado casi nada y permítame el lector dejar a salvo mi conciencia pues desde Acuerdo Justo síque lo hemos dicho en retiradas oportunidades (véanse por ejemplo los artículos: «¿Cuál debe ser la formación práctica de un mediador?», «La formación práctica de un mediador: “dime con quién andas y te diré quién eres”», «¿Mediación de Conflictos: con pies de barro o plomo?»).

Ahora empiezan a aparecer las razonables, previsibles y saludables quejas de los alumnos de ciertos cursos de formación que incluso se organizan para buscar formación gratuita con «ponentes de calidad» (según ellos mismos dicen) que complementen esos cursos que tachan de pésimos pero que ya han pagado y que en algunos casos no con poco dinero.

La responsabilidad del legislador como artífice de esta situación parece que estáclara y es, en mi opinión, inapelable a resultas de la Ley de Mediación y su Reglamento.

Pero no es el único responsable. Resulta cierto que, por un lado, estos pésimos cursos de mediación se han reproducido sin control ninguno como las setas, mientras que por otro lado, las fundaciones, asociaciones y empresas de mediación de dudosa trayectoria y profesionalidad se multiplican a un ritmo frenético.

Alentados, tal vez, por el «todo vale» en el que parecía que se había convertido la formación en mediación en España nos quisieron hacer creer que un mínimo de horas de formación son suficientes, que la formación teórica es prescindible, etc., afortunadamente hay quienes apostamos por una formación que permita a los alumnos hacer mediación y no solo ser mediador, a decir de Alfonso Fabregat [1].

Tengo para míque algunos alumnos se han puesto en evidencia al decir frases tales como «por las dudas hago este curso de Mediación no sea que…» y/o «pago para tener el certificado de mediador aunque esto de la Mediación sea puro cuento» y que no les interesa la mediación; quede claro que no son estos profesionales-alumnos los que se quejan de la «calidad de la formación» faltaría más.

Retomando el hilo del tema de las responsabilidades, me pregunto ¿Que hay de los partícipes necesarios de la película? Me refiero a los profesionales-alumnos que de buena fe e interesados honestamente por la mediación se apuntaron porque querían formarse y hoy se quejan de la «calidad» de la formación recibida; pues cabe actuar como agente de la realidad y proponerles el ejercicio de responder a las siguientes preguntas reflexivas ¿Acaso Ud. no tuvo la mínima curiosidad o interés por saber quienes eran los formadores de ese curso? ¿Siempre quécompra algo lo hace a ojo cerrado?, e invitarles a asumir la responsabilidad que les toca pues creo que tampoco se trata de presentarse como víctimas de un engaño, vamos, que de ilusos lo justo.

Celebro estas primeras voces que se alzan contra la mediocridad, el corta y pega, la imitación fácil, el plagio, los patrocinios por conveniencias económicas, etc.

No sería justo por mi parte terminar este breve artículo de opinión sin decir algo de los formadores. Los alumnos dicen que en los cursos, seminarios y congresos «siempre escuchan lo mismo» por eso creo que debería preguntar a los formadores ¿Se ha planteado la posibilidad de comprar un libro nuevo (o varios) y de estudiar? y es que parece que muchos formadores han olvidado que el conocimiento tiene fecha de caducidad.

Aunque tal vez sea cierto eso que escuche por allíen algún seminario respecto a que a ningún formador (fundación, asociación, empresa, etc.) le preocupa su prestigio personal y profesional, «total para qué, si nadie luego la va a comprobar…» y si a las pruebas me remito el resultado salta a la vista.

No cabe duda de que el legislador ha perdido la oportunidad de hacer las cosas bien a la primera. Empiezan a surgir los primeros testimonios respecto a que las cosas se están haciendo mal en muchos sentidos, la denuncia, la queja y la valoración de la calidad, incluso creo que debería ser aún más fuerte. Si queremos evitar que los platos rotos los termine pagando la mediación bueno seria empezar a actuar en consecuencia, aunque no menos cierto es que lo único que cabe es mejorar, claro que para ello hay que contar con la gente adecuada y querer hacer las cosas bien.

Solo para dejar constancia, debo decir sin ánimo de subestimar a nadie, que me aterra la idea de pensar que la gente comience a utilizar la mediación de la mano de un mediador de 60 horas. Pero como posiblemente eso ya sea inevitable, tal vez debiéramos comenzar a pensar en ¿Cómo explicarle a la gente por qué han tenido la experiencia que han tenido? Siempre que se pueda explicar, claro está.

Por Franco Conforti, director de Acuerdo Justo

 

2 Comentarios

  1. La mediación es fundamentalmente la calidad del mediador para facilitar el desarrollo del encuentro de la decisión ajena, combinación de habilidad formación experiencia y, por que no decirlo, de la capacidad personal del mediador, no todo el mundo puede ser mediador, pero tampoco se puede equivocar con horas de teoría o formación, el establecimiento de una regulación horaria y de títulos no resuelve ni sustituye la experiencia y la formación personal, el mundo anglosajón, al que se sigue en la directiva transfonteriza de la mediacion civil y mercantil, no supera las 50 horas en la formación de los centros de más prestigio, ni siquiera la regulación e intervención del estatuto del mediador es necesaria, ni tal vez aconsejable, en aquel desarrollo, es cierto el sarampión de la formación ha seguido la iniciativa legislativa, pero finalmente será la capacidad la responsabilidad y la autoridad moral quienes identifiquen al mediador.

    Juan Ramon Montero

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