Chiara Zilioli es Directora Adjunta del Servicio Jurídico del Banco Central Europeo además de Doctora en derecho por la European University Institute y LLM por la Universidad de Harvard. A lo largo de su carrera ha mantenido un contacto directo con el mundo académico y actualmente complementa su cargo en el BCE con la docencia en la Facultad de Derecho y Finanzas de la Goethe Universität (Frankfurt). También ha publicado tres libros y numerosos artículos centrándose en la postura institucional ejercida por el BCE dentro del marco de la Unión Europea.
Hace algunos años, sin embargo, esta jurista italiana centra la mayor parte de sus intervenciones públicas -como la que realizó hace algunas semanas en el 7º Jurist’s Forum celebrado en Barcelona- en la postura que ha adoptado el Banco Central Europeo en relación con la deuda y la crisis financiera. Lejos de hacer una valoración concreta sobre el camino recorrido y el que todvía queda por recorrer, Zilioli se muestra tajante en esta entrevista: estimular la economía a través de la impresión de dinero no es la mejor salida.
¿Cómo observa la situación de la banca española?
Es un poco complicado describirla en pocas palabras. Creo que es obvio que la banca española se está moviendo en la dirección correcta. Se han hecho muchos esfuerzos y continúan haciéndose. Los pasos que se dieron a finales del año pasado están empezando a dar frutos y a reconstruir un poco la confianza pero todavía es demasiado pronto para hacer una valoración definitiva y también sería imprudente hacerlo, por mi parte.
El Banco Central Europeo ha inyectado dinero a la banca española en más de una ocasión. ¿Cree que la cantidad fue la correcta? ¿Considera que financiar la banca es la única forma de ayudar a que la situación de crisis en España mejore?
Hay muchas cosas que tienen que hacerse pero no todas son tarea del BCE. Creo que todos los actores están haciendo esfuerzos para salir lentamente de la situación. La pregunta sobre si se dio la cantidad correcta de dinero creo que es imposible de responder. Considero que, en primer lugar, la liquidez que se ha dado, se ha dado de acuerdo con los procedimientos normales. Y el programa establecido para España también garantiza seguridad a largo plazo. Pero, insisto, es muy difícil determinar exactamente si lo que se hizo en el pasado fue correcto. Creo que todavía estamos en el proceso y que tenemos que ver cómo funciona.
Las tendencias parecen ser positivas. Sin embargo, el paro está, desafortunadamente, ligado al comienzo de la actividad económica y todavía existe un problema -que tenemos un poco en toda Europa- que es que la actividad económica no parece que esté arrancando todavía, pero es precisamente sobre lo que estamos trabajando.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, reclamó hace pocas semanas que se reformara el BCE en línea con el Banco de Japón o la Reserva Federal estadounidense, que apuestan por el estímulo económico e incluso por la impresión de moneda. ¿Se lo plantean como posible solución?
No. Eso ha estado criticado en el entorno del BCE pero creemos que no es una solución a largo plazo. De hecho, lo tenemos totalmente prohibido por el tratado, que establece que no debemos hacerlo. Y la razón es muy clara: imprimir moneda no mejora la economía en sí misma. De hecho, sólo incrementa la cantidad de moneda en circulación, lo que, a medio plazo, lleva a inflación. Y si tienes inflación puedes no darte cuenta que estás perdiendo dinero, pero lo estás haciendo, porque estás perdiendo poder. Es lo peor que le puede pasar a la población. Si tienes inflación, la economía para de cualquier modo. Así que, en primer lugar, el tratado nos lo prohíbe, pero además estamos muy convencidos de que esa no es la mejor salida.
¿Sería realmente catastrófico que los bancos quebraran, en lugar de inyectarles tanta cantidad de dinero?
No, de hecho, si un banco es insolvente debería quebrar y declararse insolvente. Pero, la cuestión es que, inicialmente, aquellos bancos que fueron ayudados y a los que se les concedió dinero no se concebían como insolventes. Se creía que estaban en situación de liquidez. Eso significa que si llegas a cierto periodo con ayuda y todavía tienes dinero, puedes ser rescatado. Los trabajadores pueden ser rescatados, muchos creditores pueden ser rescatados… Esa es la mejor salida.
Sin embargo, parece que, desafortunadamente, en algunos casos el asesoramiento inicial de “en liquidez” fue erróneo y el banco, estaba, efectivamente, en insolvencia. El problema es que, mientras, se puso tanto dinero que era muy difícil salir.
Hace tiempo que la valoración de la crisis centra todas sus ponencias, como la que impartió en Barcelona el pasado mes de Abril. ¿Qué destacaría sobre la deuda y la situación actual de la banca a nivel europeo?
La crisis es muy complexa y hay muchos aspectos a tener en cuenta. Mi tarea en el congreso de Barcelona fue describir las nuevas funciones que el Banco Central Europeo (BCE) ha desarrollado después de la crisis. En primer lugar, me centré en el Programa OMP (Outright Monetary Transaction), establecido por el BCE pero que todavía no ha sido utilizado -sólo se usará si hay una necesidad- para intervenir en el mercado secundario de deuda de ciertos países que estén bajo condiciones muy estrictas.
El segundo aspecto que expuse es la función del sistema europeo para asistir bancos en dificultades a través de un sistema de préstamo de última instancia (lender of last resource) y el hecho de que esta función se haya incrementado mucho últimamente debido a las necesidades de la crisis. El Banco Central Europeo necesita autorizar dicho préstamo cuando las cantidades son muy altas porque lo que no queremos es que la prestación de crédito sea tan alta que, en última instancia, ponga en peligro la estabilidad del euro y la política monetaria.
Después mencioné que el BCE tiene únicamente una función técnica, es decir, de asistencia a aquellos que finalmente decidirán. Decidir es la misión de los Estados miembros y no la nuestra aunque es cierto que nosotros tenemos un expertise muy claro, así que les ayudamos a analizar la situación y a planear estrategias. Pero es muy importante no caer en el malentendido -en el que cae muy a menudo la prensa- de decir que nosotros somos los que decidimos. No lo somos y no lo queremos ser porque no es nuestra función y porque sería contrario a la responsabilidad democrática.
Y el último apunte que hice fue en relación al Mecanismo de Supervisión Bancaria, que se está discutiendo ahora a nivel de las instituciones comunitarias y que conlleva algunos retos.
¿Cuáles son esos retos?
El primer reto es la tarea de trabajar juntamente con las autoridades nacionales de supervisión y comenzar la supervisión de unos seis mil bancos, lo cual es una tarea muy exigente. El segundo es la cooperación con las autoridades de los Estados miembros que no han adoptado el euro, con quienes necesitamos mantener una relación especial.
También tenemos que cuidar la relación con el Parlamento Europeo y el Parlamento Nacional y lograr un equilibrio entre el Banco Central Europeo y estas instituciones. El BCE debe mantenerse independiente en el ejercicio de esta tarea. Esto está muy bien descrito en dos artículos de la regulación, así que no hay duda que el Banco Central Europeo seguirá manteniéndose independiente.
Y, por último, tenemos el reto evitar que no haya contaminación entre la función política monetaria -que tenemos hoy- y la futura función de supervisión, y lograr que estén ejercidas de forma adecuada.