El cierre de cajas es el nombre con el que se conoce la iniciativa que en 1899 emprendieron numerosos comerciales e industriales catalanes,liderados por el entonces alcalde de Barcelona, Bartomeu Robert, cuando dieron de baja sus negocios, dejando de pagar impuestos al Estado como protesta a la subida fiscal ordenada por el gabinete de Francisco Silvela para cubrir el déficit que supuso para el Estado la pérdida de las colonias en 1898.
CiU aspira a avanzar la próxima legislatura en el autogobierno catalán reclamando el concierto económico, una vez conocida la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut.
Pujol ha alertado de que, en función del escenario que se produzca, Cataluña debería plantearse, en algún momento, «cogerse» el derecho a decidir. «Y cogernos el derecho a decidir, históricamente, en su día fue el cierre de cajas», ha apuntado.
«Ese fue un ejercicio de no pedir permiso. Alguien deberá tomar buena nota y plantear, en paralelo, una reclamación política y legal mediante una acción concreta, tangible y práctica en que el derecho a decidir se articule y ejecute sin pedir permiso», ha destacado.
Aunque no ha querido dar más detalles, Pujol ha explicado que esto sólo será posible con un gran movimiento cívico y social. Y es que, a su juicio, Cataluña no es que se haya «radicalizado ni batasunizado» sino que está entrando en una «profunda catalanidad».
Pese a admitir que todos los partidos han jugado con la ambigüedad, ahora Cataluña está en un cruce «que lleva a un camino de profunda catalanidad o a la desaparición respecto a lo que había sido». «Desaparecer es diluirse en un proyecto español, en que Cataluña acaba siendo una gran Murcia», ha avisado.
Tras la sentencia del TC, según Pujol, la frase de que «no hay nada que hacer con España» ha tomado fuerza en Cataluña. Sin embargo, ha rehusado poner fecha a un posible referéndum de independencia porque, a su juicio, puede generar excesivas frustraciones. Antes, ha manifestado, hay que quemar otras etapas en el derecho a decidir.
