En una de sus primeras apariciones públicas, como nuevo presidente del flamante Instituto de Estudios de Competencia (IEC), Julio Pascual y Vicente advirtió que “ la sociedad española carece de cultura de la competencia, a pesar de ser un país pionero en sancionar legalmente los pactos empresariales». Desde su punto de vista hay un gran paradoja: «A pesar de ser España un país pionero en sancionar legalmente los pactos entre empresarios contrarios a la competencia, en la sociedad no ha calado la cultura de la competencia que, sin embargo, impregna las relaciones económicas en otros países», afirmó durante la presentación de su libro ‘Derecho de la Competencia para Directivos’. En el acto de presentación, celebrado en la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), intervinieron junto al autor el presidente de la CNC, Luis Berenguer, la magistrada de la Audiencia Nacional Mercedes Pedraz. Para nuestro entrevistado, «ha llegado la hora» de que los empresarios españoles utilicen el Derecho de la Competencia como un instrumento más de gestión empresarial, tal y como hacen con el Derecho Fiscal.
Julio Pascual y Vicente es doctor en Economía y Licenciado en Derecho y economía por la Universidad Complutense de Madrid con premio Extraordinario de Licenciatura y de Fin de Carrera. Con anterioridad a la presidencia del Instituto de Estudios de la Competencia (IEC) creo el Departamento de Competencia del despacho Ashurst en el 2005 que ha dirigido hasta octubre del 2010, siendo ahora Consejero académico de esta firma multinacional
Nuestro interlocutor ha sido Vocal del Tribunal de Defensa de la Competencia (hoy CNC) entre 1996-2005 y miembro del Consejo Asesor del Centro de Política de la Competencia de la Universidad San Pablo-Ceu y del Consejo Editorial de la revista especializada Gaceta Juridica de la UE y de la Competencia. Ha sido profesor de la Escuela Iberoamericana de Defensa de la Competencia; en la que se forman a funcionarios de Ame´rica Latina y ha dirigido los cursos del master en Derecho de la Competencia de la Fundación Carolina y del Master en Derecho de la Empresa de la Universidad de Comillas (ICADE). Es autor de números libros y artículos sobre Derecho y Economía de la Competencia, siendo recomendado experto en estos temas por los principales directorios internacionales (Competition Handbook; Chambers 500; European Legal Experts y Legal 500 Spain).
Julio Pascual y Vicente ha sido consultor internacional y gestor de diversas empresas privadas y públicas. Ha presidido unión Editorial Ibercartera y el Instituto de Finanzas. Ha sido miembro del consejo de administración del Canal de Isabel II, Metall Capital y el Instituto de Estudios Economicos. También perteneció al Real Patronato de la Biblioteca Nacional.
En su vertiente empresarial participó en la fundación de la patronal empresarial CEOE, donde fue miembro de su Comisión Gestora; presidente del Comité de Política Económica y secretario general de CONFEMETAL. Creó a su vez la Fundacion Confemetal para la formación de directivos y mandos intermedios siendo su primer director general. También ha formado parte de los comités ejecutivos de ORGALIME, WEM. Ha participado en la Conferencia Internacional del Trabajo, OIT; el Consejo Superior de Estadística y la Comision Nacional de Convenios Colectivos asi como el Consejo Nacional de la Competencia
Está en posesión de la Cruz de Alfonso X el Sabio y la Medalla de Plata al Mérito Profesional. Es Visitante Distinguido de la Ciudad de Guatemala.
¿Podría explicarnos con que afán surge el IEC, entidad que usted preside?
El Instituto de Estudios de Competencia nace con el objeto de difundir la cultura de la competencia en nuestra sociedad y, particularmente, el conocimiento del Derecho de la competencia entre los empresarios y los directivos.
¿En este contexto qué puede aportar la publicación Derecho de la Competencia para directivos presentada hace unos días?
Este es un libro, cuya presentación constituye el primer acto del Instituto, que he escrito especialmente para que el empresario que lo lea quede “tocado” por el Derecho de la competencia. Tras su lectura, el directivo estará en condiciones de poder crear un perímetro de seguridad alrededor de su empresa que le evite sanciones y podrá sentar las bases para utilizar el Derecho de la competencia como una herramienta de gestión más, tal como ya hace con el Derecho fiscal. Este libro es, por tanto, como un aperitivo de lo que nos proponemos transmitir a los empresarios desde el IEC.
De todo el entramado legal que rodea al mundo de la competencia, ¿qué conceptos son los más complicados a la hora de entender por los propios dirigentes?
Como en cualquier especialidad del Derecho, siempre hay conceptos que son más complejos y difíciles de asimilar por el lego que otros pero, en materia de Derecho de la competencia, la realidad es que las cosas son bastante sencillas de entender. Su desconocimiento generalizado, incluso entre los abogados no especilizados, no se debe a su dificultad sino a que en las licenciaturas de Derecho de las universidades españolas no se estudia el Derecho de la competencia como disciplina, sino, a lo sumo, un par de lecciones al final del Mercantil o del Administrativo, que casi nunca da tiempo a darlas.
¿Qué valoración puede hacer del papel de la CNC como organismo regulador?
La CNC no es propiamente un órgano regulador, como son otros organismos de carácter sectorial que también se llaman Comisión (la de Energía o la de Telecomunicaciones, por ejemplo). La CNC es la autoridad pública estatal, pero independiente, que aplica el Derecho de la competencia en España, interpretando la Ley de Defensa de la Competencia. Y esto lo hace para el conjunto de la economía. En cuanto a su valoración, los expertos internacionales la sitúan entre la media docena de las mejores del mundo. Yo comparto esa opinión.
¿Comparte usted la opinión que la propia Administración es un actor clave que restringe la competencia? ¿Cómo hacerle cambiar de mentalidad en este sentido?
Es verdad que frecuentemente es la propia Administración la que, directamente o mediante las normas que emite, actúa restringiendo la competencia. Y esto es así porque los efectos de la escasa cultura de la competencia que existe en España, afecta a todos: los empresarios y también los funcionarios e, incluso, los maestros, cuando afean a un alumno su conducta porque dicen que es muy “competitivo”, es decir, porque el chaval intenta sobresalir del montón, y no porque practique malas artes para conseguirlo sino, simplemente, porque no se conforma con ser gregario. Esta mentalidad hay que cambiarla en todos lo ámbitos de la sociedad española. La última reforma de la Ley de Defensa de la Competencia encamina en la buena dirección a la Administración al hacer posible a la CNC que pueda impugnar normas administrativas que perjudiquen la competencia.
En un contexto como el que vivimos de crisis, se vislumbra que se incrementan los asuntos sobre competencia ¿Es legítimo que las empresas sobre-utilicen el derecho de la competencia hasta convertirlo en herramienta estratégica?
La normativa española de competencia es moderna y sus autoridades eficaces por lo que, aunque sólo sea para evitar severas multas y otros efectos colaterales, ha llegado la hora de que los empresarios “se pongan las pilas” y adquieran los conocimientos necesarios para no meter la pata en este terreno. Pero es que, además, el Derecho de la competencia puede y debe ser utilizado por las empresas de una manera positiva, optimizando sus decisiones en función de varialbles entre las que se tambien tenga en cuenta la mejor aplicación de esta rama del Derecho como, por ejemplo, ya vienen haciendo con el Derecho fiscal. Y eso no puede ser calificado como “sobreutilización” sino como “optimización”.
¿Qué valoración puede hacer de la gestión del comisario Almunia en materia de competencia hasta la fecha? ¿Esta beneficiando de alguna forma a los intereses españoles por ser del mismo país?
Almunia es un político estudioso y aplicado en sus tareas, que hizo una magnífica labor al frente de la Comisaría de Economía en la Comisión Europea. Por lo que vamos viendo, la misma aplicación que tuvo en Economía la está teniendo al frente de la Comisaría de Competencia. De manera que, si sigue así, y no hay motivos para pensar que vaya a cambiar, yo confío en que va a ser también un buen Comisario de Competencia. Y, como Comisario de Competencia, no es su misión beneficiar unos supuestos intereses españoles (que siempre lo serán sólo de algún grupo), sino que su aspiración ha de ser mejorar el clima de competencia lo que beneficia a todos, tanto consumidores como empresarios no transgresores (y los no transgresores son mayoría).
¿Cómo interpreta el siguiente dato?: de cerca de 5000 operaciones de fusión Bruselas sólo ha prohibido 20.
Positivamente porque el control de concentraciones ha de ser aplicado siempre con la máxima prudencia; con ojos de lince –vista larga– y manos de cirujano –cuidado y delicadeza. La autoridad de la competencia debe evitar siempre entrar en estos asuntos como un elefante en una cacharrería. La razón de ser del control de concentraciones es evitar que la fusión entre empresas cree estructuras anticompetitivas irreversibles. Y la mayoría de las fusiones o adquisiciones no conducen a estas situaciones. Es, pues, positivo y saludable que el resultado sea que se aprueben por la autoridad muchas más de las que se prohíben.
Por último, ¿podría hacernos una valoración de los Programas de Clemencia que alivian a la empresa que delata al cartel de una pena?
La verdad es que los Programas de Clemencia, que desde luego no sacan lo mejor de las personas como quería Kant que hicieran las leyes, han demostrado en todo el mundo y aquí también, ser un instrumento eficaz para descubrir los cárteles, que tan perniciosos resultan para el conjunto de la sociedad, tanto para los consumidores como para los empresarios que son víctimas de ellos. De manera que, mientras los seres humanos tengamos la tendencia a asociarnos con otros para fines innobles que perjudican a los demás –y me temo que esta tendencia no va a desaparecer– habrá que aceptar los Programas de Clemencia como mal menor en nuestras sociedades. Comportamientos de consecuencias más graves, como asesinar al tirano, han encontrado apoyo en la teología (Mariana).