Lo hemos conseguido. Al fin se habla de la importancia que la valoración de la empresa tiene en los procesos de reestructuración.
Esto, ha hecho que salgan al mercado muchas empresas que supuestamente se dedican a la valoración de empresas, e incluso algunas de las llamadas BIG -no pondré ningún número para no limitarlo- que se congratulan de saber valorar a fondo empresas y unidades productivas y cuyos socios dan clases en la mayoría de programas de reestructuración, ahora fomenten esta actividad.
Como en todo mercado que se precie en su nacimiento las tasadoras de inmuebles se han lanzado a por tan ansiado botín y ya anuncian en sus webs, post, redes sociales sus servicios para valorar unidades productivas o empresas.
El error está en que, en la mayoría de los casos, los profesionales se limitan a replicar un manual de valoración de empresas, un Excel y a proyectar quien sabe qué, por qué y de dónde sacan esos datos.
Por eso, hoy he decidido llamar a este artículo como la gran película de Sergio Leone: EL BUENO, EL FEO y EL MALO. Y cada uno de ellos lo voy a definir por la forma en que trabajan las valoraciones.
Suponga el lector que va a encargar la valoración de una empresa y decide acudir a tres perfiles diferentes, basándose en las variables precio, experiencia y marca.
El bueno: Este valorador lo primero que hará será analizar la coyuntura económica y el sector en el que la empresa se mueve. Analizará las características particulares de la empresa, el posicionamiento respecto al mercado y su política financiera.
Definirá un modelo de negocio de acuerdo a un análisis estratégico; buscará si existen ventajas competitivas en esa empresa, separará las líneas de actividades de negocio, analizará los activos y pasivos, no utilizará estándares ni leyendas urbanas sobre el número de ejercicios que debe analizar, sino que analizará todos aquellos que considere, sin importarle el número, para entender la verdadera situación de la empresa y como ha llegado hasta ahí, fijará un horizonte temporal y proyectará los EEFF hasta que la empresa se normalice y tenga un crecimiento constante, sin caer en la tentación de los manuales de proyectar 5 años, creará escenarios y buscará a través del conocimiento del negocio y del sector un valor terminal lo más ajustado posible…
El Feo: Podrían ser todas las sociedades de tasaciones o profesionales que lo que hacen es utilizar la metodología de analizar los últimos tres años, y sin ningún otro rigor, aplicar las ratios de crecimiento, inversión y estructura financiera de las ratios sectoriales que publica el Banco de España u otras fuentes. Ellos no precisan conocer el negocio, ni revisar la realidad del plan estratégico de la empresa… solo necesitan modelar la empresa y ajustarla a los supuestos datos sectoriales.
El Malo: Este tipo de valoradores destaca por tener una hoja de cálculo estándar con la que valora igual un comercio local que una multinacional, que a falta de datos utiliza funciones como las regresiones lineales y replica modelos como los del profesor Damodaran para crear su propio método de valoración que es el 3QD. ¿Qué Quieres Que Dé?
Ahora toca saber si un juez será capaz cuando le llegue el informe de valoración de reconocer cual de los tres han hecho la valoración.
Sin duda les espera un viaje alucinante.