Cuando se habla de los despachos de abogados a menudo la imagen que formamos en nuestro imaginario nos traslada a las grandes firmas. Grandes edificios de oficinas con numerosos letrados en sus filas. Y sin embargo, esta no es la realidad de la abogacía en nuestro país. El 71 por ciento de los abogados en España trabaja de forma independiente por cuenta propia en pequeños despachos, en ocasiones compartidos con otros compañeros de profesión con los que no mantiene relación laboral, sino que se limitan a compartir gastos, según «La Abogacía, datos y cifras», publicación editada desde el CGAE. Otro 16 por ciento trabaja como socio o asociado en despachos colectivos y el 13 por ciento restante son abogados de empresa, sindicatos u otras organizaciones.
Unas cifras que ponen de manifiesto que las grandes firmas son una excepción. De hecho en España los llamados “grandes despachos” forman una lista de aproximadamente 20 firmas, que emplean conjuntamente a unos 7.000 abogados. Esto supone un 5 por ciento del total de 130.038 censados como ejercientes a 31 de diciembre de 2011.
Este 71 por ciento refleja la voluntad de muchos letrados de apostar por un proyecto propio que tiene algunas ventajas – ser tu propio jefe – pero que comporta también riesgos y dificultades. A través de este reportaje se narran las principales ventajas y desventajas de tener tu propio despacho, de cómo la crisis pasa factura a este colectivo y de las diferentes maneras de sacar adelante las respectivas firmas. Con profesionales como Seguimundo Navarro (foto2), Yeray Rodriguez, Ruth Benito, Jaime Sanz (foto 1) y el consultor Jordi Amado (foto 3).
La experiencia
Antes de embarcarse en una aventura empresarial es necesario haber adquirido experiencia en el sector. Todos nuestros entrevistados trabajaron en otros despachos antes de abrir el suyo propio. Jaime Sanz pasó por siete empresas antes de constituir la suya. Yeray Rodríguez estuvo trabajando en Madrid antes de trasladarse a Gran Canaria para ser el socio de su propio despacho. Ruth Benito asegura que “es fundamental adquirir experiencia, para mí, mis tres años de pasantía fueron muy importantes a la hora de aprender cómo funciona la profesión”. Intentó montar luego un despacho con varios colegas y la historia no cuajó. Sin embargo, considera los “fracasos” empresariales como un elemento esencial para aprender de cara al futuro. “Yo ahora sé qué cosas son imprescindibles para que una firma funcione, y no sólo tiene relación con que la oferta del despacho tenga capacidad para conseguir clientes.
En muchos casos las cuestiones internas tienen mucho peso”. Según explica, en su primera andadura no calibró lo importante que era contar con un plan, compartir objetivos con los compañeros y en definitiva, que el equipo de trabajo compartiera en cierto modo el fin que perseguían y la metodología para lograrlo. Y es que cada vez más ser responsable de un despacho de abogados no deja de ser un empresario que debe gestionar el despacho conforme a unos criterios de rentabilidad coste y beneficio, como así sucede en muchas de nuestras pymes
También Seguimundo Navarro optó, tras trabajar en un despacho de Madrid, por intentar abrir un despacho con otros colegas. La cosa no funcionó y tuvo que volver al despacho del que había salido. Este profesional mantuvo la voluntad de contar con despacho propio, y hace alrededor de un año decidió arriesgar de nuevo y abrir su propia firma. Comparte el piso con otros abogados para poder repartir gastos “y es que de hecho en nuestra profesión nos guste o no la imagen es muy importante. Es mejor contar con unas buenas instalaciones, y claro, muchas veces es mejor poder compartir el espacio con otros letrados de manera que cuentas con unas instalaciones que de manera individual no podrías costear”
Ruth Benito también optó por perseguir una segund oportunidad, y tras el primer intento fallido, abrió un despacho junto con dos compañeros – abogados Ladreda – que tiene su sede en Segovia y que celebra ya tres años de vida. Por su parte Jaime Sanz, alma máter de Safe Abogados, tenía claro desde bien joven que quería ser empresario. De esta manera, tras su formación académica y su experiencia por siete empresas distintas abrió su propio despacho: Safe abogados, que tiene como lema “tu abogado a pie de calle”. Eso significa, a grandes rasgos, que a diferencia del resto de despachos funcionan – salvando las diferencias – como los comercios. No es necesario pedir cita previa, y atienden también a los clientes los sábados. Sanz defiende que “es importante buscar que segmento del mercado no está cubierto”. Es a partir de ahí que a él le nació esta idea.
Claves para que la empresa funcione
El consultor de despachos profesionales Jordi Amado asegura que, más allá de las diferentes variables, es necesario contar con un plan. “A lo mejor no hace falta que sea un plan puramente estratégico, pero sí que es importante que exista un plan, especialmente cuando compartes la firma con otros socios: debe existir una asociación vinculada a un plan común que contenga los objetivos que pretendes cumplir a corto y largo período y el posicionamiento en el mercado”.
Lo cierto es que los despachos consultados presentan características bien distintas y todos ellos capean bien el temporal económico que viene acechando al país. Según Ruth Benito (en la foto) “uno debe ser consciente de a qué cliente se dirige y cómo adaptarte a sus necesidades”. En este sentido explica que los despachos de abogados en Segovia no cumplen los mismos requisitos que en Madrid. “Allí, la especialización es básica, aquí en cambio los clientes buscan despachos más generalistas.Precisamente por eso mis dos compañeros y yo tocamos áreas del derecho diferentes para poder ofrecer un abanico amplio”.
Yeray Rodríguez, en cambio, asegura que su despacho funciona porque trabaja como una “boutique”. Nosotros estamos especializados en derecho laboral y creo que eso en parte es la clave para que las cosas funcionen. Seguimundo Navarro defiende también este camino de “boutique” jurídica, porque “el trato es mucho más directo y personal y además, cuidamos bien nuestros costes, de manera que el cliente no debe soportar costes estructurales”.
Admite sin embargo que existen desventajas, como el hecho de no poder estar en todos los sitios con la dificultad que supone a la hora de gestionar la agenda. “El contacto puede verse afectado en ese sentido, y es importante hacer entender al cliente que, del mismo modo que tu le atendiste con especial atención cuando tenía una urgencia, ahora hay otro cliente que requiere de más horas”.
Para Jaime Sanz, hay un problema clave en todo esto: la falta de visión y formación empresarial de los abogados. En su caso, tras realizar la licenciatura de derecho, cursó un máster en asesoría jurídica de empresas, y obtuvo también experiencia en marketing y expansión internacional de franquicias en las empresas en las que trabajó. Lo tenía claro: no era suficiente con tener conocimientos jurídicos, porque si quería montar una empresa debía contar también con conocimientos empresariales. “Muchos abogados piensas en el caso bonito, en los casos que deben llevar, pero es necesario mirar también la rentabilidad de esos casos”.
Precisamente por eso se dedican a las separaciones, divorcios y seguros, porque tal y como explica Sanz “esas cosas no dependen de la crisis, van a seguir existiendo, y el número de casos que se dan son altos”. Añade además que hay otro aspecto muy importante, que el mercado demanda cada vez más especialización. «Hay un ejemplo muy claro. Tu confias en un médico de família para que te diagnostique inicialmente, pero luego quieres que lo hago el cardiólogo, etc. En el caso del derecho es lo mismo».
La crisis
El consultor Jordi Amado hace una radiografia clara de la crisis económica «Quienes más la están sufriendo son los despachos medianos, es decir, de a partir de 15 trabajadores». Según explica, estos son los que menos han ajustado los costes a la actual situación » y les está costando adaptarse. Para un despacho pequeño e incluso unipersonal es más sencillo ajustar gastos, y los grandes tienen maquinaria suficiente para resistir haciendo ajustes».
Por contra, argumenta que ha habido una perdida importante de tejido empresarial y clientes que no ha ido acompañado de los ajustes necesarios. «Un ejemplo muy concreto lo encontramos con las retribuciones», explica Amado, «porque en muchos casos no se han tocado a pesar de que estas no estén ajustadas a la productividad o facturación de ese abogado».
Yeray Rodríguez asegura que «la crisis afecta a todos» a pesar de que su firma resista. En el caso del derecho laboral, explica que la bajada en la gestión de recursos humanos ha venido compensada por un aumento del asesoramiento jurídico puro y duro. A pesar de eso, explica que «los despachos están bajando precios para conseguir clientes, y la verdad es que al final eso nos perjudica a todos». Él defiende que es mejor competir en diferenciación que en precios
Seguimundo Navarro reconoce que muchos compañeros que están pasando un mal momento. En su caso, el despacho funciona, porque asegura que «nunca he querido ser el abogado más rico y no soy el más pobre». Asegura que el problema en el sector no es la falta de trabajo sino las dificultades a veces para cobrar. Navarro, que tiene un despacho unipersonal, explica que el problema de trabajar solo es, en parte, las dificultades para poder organizarte a la hora de hacer vacaciones. «Yo no me puedo ir una semana en febrero porque tengo que estar pendiente de si llega algún escrito. Y ahora de hecho estoy de vacaciones, pero me he ido a dos horas y media de Madrid de manera que si hay algún imprevisto tengo tiempo de llegar a la oficina y resolverlo.
En este sentido, el sector se enfrenta a la posibilidad, mencionada por el propio ministro Gallardón, de convertir agosto en un mes hábil. «Si eso sucediera me replantearía incluso dejar la profesión». Esta medida sería obviamente un inconveniente para los despachos unipersonales, pero es que además, al sector le espera una subida del IVA, un aumento en la retención del IRPF y la implantación de tasas en la justicia. De momento, los despachos pequeños resisten considerablemente bien el momento económico actual. Falta por ver qué pasará cuando entren en vigor las nuevas medidas.
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En los despachos de pequeñas ciudades, aun teniendo alguna especialización, debemos actuar en diferentes ámbitos y amoldarnos a las necesidades de cada cliente y situación en concreto.