Madoff, de 70 años, se encuontraba bajo arresto domiciliario en su apartamento de Nueva York desde que en diciembre pasado se conoció la multimillonaria estafa de la que se ha declarado responsable.
El juez decidió su encarcelamiento luego de que Madoff admitió su responsabilidad en los once delitos que se le imputan, entre ellos fraude con acciones, en asesoría de inversión y en transferencias bancarias, fraude postal, declaraciones falsas y perjurio.
La Fiscalía detalló que también lo considera culpable de haber facilitado información falsa a la Comisión del Mercado de Valores y de haber robado fondos de inversión de trabajadores, al tiempo que se le atribuyen tres delitos de lavado de dinero.
Todos esos cargos implican una condena de un máximo de 150 años de prisión, lo que equivaldría a una pena de cadena perpetua, por haber montando una estafa aprovechando su buena reputación en el mundo financiero y haber lavado parte del dinero ganado.
«Además, se enfrenta a multas de hasta el doble de las ganancias o pérdidas brutas derivadas de sus delitos», explicó la Fiscalía en un comunicado en el cual añadió que «también se reclama la confiscación de todo lo recaudado con sus delitos y de toda propiedad relacionada con el lavado de dinero».
De ser ciertas las acusaciones y su propia confesión, Madoff habría estado captando durante años dinero de todo tipo de inversionistas, desde individuos hasta grandes bancos y fondos de inversión de todo el mundo, bajo la promesa de altas y constantes rentabilidades.
En su confesión, Madoff exculpó de toda responsabilidad a sus familiares, que en muchos casos trabajaban en su firma de inversión, y cifró en 50.000 millones de dólares la cuantía de la estafa.