«En conjunto, la presión fiscal bajará para todo el mundo», aseguró Ocaña en declaraciones a Onda Cero.

Según los datos de la Intervención General del Estado, la presión fiscal se situó en el 36,6% del PIB en 2008, la menor tasa de los últimos trece años y más de cuatro puntos por debajo de la registrada un año antes (41%). Entre 1995 y 2008, la presión fiscal -porcentaje de los ingresos tributarios del Estado sobre el PIB- se ha movido entre el 38% de 1995 y el 41% de 2007.

Ocaña señaló que en los últimos años se ha dado una tendencia a bajar la presión fiscal directa y subir la indirecta, pero precisó que eso ya ha cambiado. «La tendencia a que desaparezcan los impuestos directos, a que perdamos un IRPF, que es un impuesto progresivo, que discrimina niveles de rentas, no me parece que sea el camino a seguir», añadió.

En la actual situación económica, Ocaña se mostró contrario tanto a subir los impuestos como a bajarlos, al menos con carácter general. «No podemos hacerlo con carácter general, podemos hacerlo para colectivos que tengan dificultades, pero de una forma selectiva y muy cuidadosa. En general, no es momento de bajar los impuestos», certificó.

Ocaña señaló que los servicios públicos, como la Educación y la Sanidad, deben financiarse de manera responsable. «Los impuestos no pueden bajar más allá de lo que es necesario para pagar esos servicios públicos (…) El dinero no crece en los árboles, hay que recaudarlo. Es ilusorio pensar que simplemente a base de menos impuestos se va a recaudar más. Eso no es así.», dijo.

El secretario de Estado insistió en que, en una situación deficitaria como la actual, en la que se gasta más de lo que se ingresa, no es conveniente ni bajar los impuestos ni subirlos, «porque no es momento de exigir más esfuerzos ni a las familias y a las empresas».

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