«Es preciso detener el proceso de destrucción de puestos de trabajo», aseguró el supervisor. Esta reforma «es crucial para la economía en general, pero lo es particularmente para el sistema financiero», subrayó.
Ordóñez urgió al Gobierno para que impulse los cambios necesarios en el mercado laboral. «Nuestro mercado de trabajo ha demostrado ser un barco frágil, en el que, cada vez que llega una tormenta, aparecen vías de agua que es enormemente costoso cerrar. Es evidente que la tormenta no es culpa del patrón del barco -en referencia al Gobierno-, pero sí está en su mano repararlo antes de que la tormenta acabe hundiéndolo», declaró con un gesto más cansado que en otras ocasiones.
Fue tajante al advertir de que la reforma laboral «es una condición absolutamente necesaria, imprescindible», sin la cual las demás reformas que se adopten tendrán efectos «mucho menos intensos» sobre la competitividad de la economía. También reclamó «un plan ambicioso para reducir el déficit público». Y pidió el «mayor consenso» para abordar estos cambios tras considerar que las últimas medidas planteadas por el Gobierno «contienen avances en la dirección correcta». Abogó por acabar con el actual sistema de negociación colectiva y defendió la propuesta del Gobierno de retrasar la jubilación a los 67 años para garantizar las pensiones.
Ordóñez aseguró que la adopción de la reforma laboral y la del gasto público «es crucial para la economía en general, pero lo es particularmente para el sistema financiero». Avisó de que la «credibilidad» de España se verá muy dañada si no se recorta el gasto público.
Considera que si no se toman medidas ya y la banca no se reestructura «la atención de las entidades acabaría concentrándose en la lucha contra la morosidad o en las dificultades para obtener financiación exterior y las autoridades tendrían que centrarse en reestructurar las entidades cuya situación se deteriorase hasta mostrar una clara inviabilidad».
Pese a asegurar que hay 33 cajas -de las 45 existentes- involucradas en proyectos de reestructuración, admitió lo que es «evidente, que algunos de esos procesos se están demorando más de lo que sería deseable».