Fue presentado por Valentín Pich, presidente del Consejo General de Colegios de Economistas y José María Casado, director de Relaciones Internacionales del mismo Consejo, catedrático Jean Monnet de Economía de la Comunidad Europea, catedrático de Economía Aplicada y director del Centro de Documentación Europea, de la Universidad de Córdoba y decano del Colegio de Economistas de Córdoba.
Los especialistas consideran que la Presidencia española de la UE es una oportunidad óptima para ayudar a superar determinadas debilidades estructurales de nuestra economía, tanto en el plano exterior como interior. Coordinando los esfuerzos que habrán de hacerse en los ámbitos político, diplomático y representativo se puede contribuir a alcanzar importantes logros en la esfera económico-empresarial.
Más allá de las limitaciones actuales y propias de nuestra economía, sobradamente conocidas y reflejadas en recientes informes y análisis de organismos e instituciones nacionales e internacionales -O.C.D.E., F.M.I., Comisión Europea, Banco Mundial, Banco Central Europeo, Foro de Davos, etc.-, España debe reforzar su Imagen País mediante una estrategia coordinada de mejora de la Marca España, indica el documento.
El estudio señala que junto a otras reformas sociales, institucionales y político-administrativas, España debe establecer un Plan de Mejora del clima de negocios para atraer empresas punteras extranjeras, así como apoyar una internacionalización flexible y adaptada a las necesidades de nuestras empresas, para aumentar la base exportadora. Y sostiene que en la actualidad, se cuenta con una excesiva concentración de nuestras relaciones económicas, con un comercio exterior excesivamente concentrado en la U.E., y unas inversiones polarizadas en América Latina. Nuestras exportaciones se encuentran centralizadas en bienes de tecnología baja, lo que impiden ganar cuota de mercado, especialmente en las economías emergentes.
Los estudiosos concluyeron que nadie duda hoy que la economía española debe cambiar su modelo productivo al haberse evidenciado aun más el hecho de que se trata de una economía desequilibrada y vulnerable. Esta constatación no es una revelación sino una enfatización del problema. Por ello, en España, en la actualidad, convergen varias crisis lo que augura una particular travesía del desierto. A la crisis global, internacional y europea se une la inmobiliaria, la del desequilibrio exterior, la del sector turístico, la del crecimiento de la economía informal, la de un modelo productivo y laboral preterido con una brutal destrucción de empleo, y el agotamiento, en fin, de los motores tradicionales de crecimiento.
Con una economía centrada en la construcción, el turismo y el gasto público -alrededor de la mitad del PIB-, España carece de relevos suficientes para cambiar el modelo productivo a corto plazo y compensar el declive de los sectores tradicionales, para mantener, como hasta ahora, un ritmo elevado de crecimiento.