Juan CayonSi alguien conoce el mundo universitario privado con profundidad es Juan Cayon. Ha sido gestor en tres universidades privadas distintas y desde hace casi una década es secretario del Consejo y director del Departamento de Derecho y Relaciones Internacionales de la Universidad Antonio de Nebrija. Es, además, un apasionado de los derechos emergentes: el mundo cibernético, los derechos de los animales, la moda, defensa y, por supuesto, el derecho universitario, área en la que trabaja como consultor a nivel internacional. Afirma que su objetivo como profesor es formar abogados del siglo XXI, profesionales abiertos a un planeta global cada vez más complejo y contradictorio y que tengan gran capacidad de adaptarse a cada momento y entorno.

¿En que se diferencia la Universidad Antonio de Nebrija de otras universidades privadas?

Lo diferencial de la Universidad Nebrija es que siempre ha tenido visión de boutique. Siempre ha querido ser una universidad pequeña, muy cuidadita, la idea de los colleges britránicos: no muchos alumnos, una atención muy personalizada, una cierta garantía de buena colocación. Lo equivalente en las privadas a lo que sería una universidad de la iglesia pero aconfesional y laica.

¿Y en esta boutique de los estudios universitarios de qué estáis más orgullosos?

Por cada facultad tenemos al menos un programa que llama la atención. En ciencias de comunicación estamos los primeros en la rama de publicidad y, últimamente, gracias a un acuerdo con Antena 3 también estamos destacando en periodismo. En ingeniería nuestra estrella es la ingeniería del automóvil. Somos de las pocas titulaciones universitarias en España enfocadas en el mundo de la automoción y, por tanto, referencia. En artes y letras, aparte de la tradicional de lengua contamos con una licenciatura en arte dramático, la única universidad en España que tiene ese título. Dentro de ciencias sociales en turismo tenemos una consabida tradición y un doctorado reconocido internacionalmente. En derecho contamos una doble titulación de derecho y relaciones internacionales y un acuerdo con universidad americana que les permite a los alumnos realizar un master y acceder en ese país en el mundo de la abogacía.

Tenemos un grado de acceso de la abogacía orientado a un abogado más generalista y otro que impartimos en conjunto con el despacho de abogados Garrigues y que es más especializado.

El master de acceso a la abogacía es una commodity es un master que va a tener que hacer todo el mundo para poder ejercer la profesión de abogado pero ponemos el foco en lo que debería de tener el abogado del siglo.

¿Qué tiene que tener un abogado del siglo XXI?

Lo primero que tiene que tener, y por eso nosotros tenemos el doble grado con relaciones internacionales, es visión de conjunto, integrada y de economía global. Esto es fundamental. Relaciones internacionales es una carrera novedosa antes era una especialización e intenta que el estudiante se ubique en un mundo tan complejoo como el que estamos viviendo. El mundo actual es complicado desde el punto de vista económico, social y político. Además, en el grado de derecho hemos metido asignaturas trasversales que no son habituales en otras universidades. Estoy pensando en asignaturas, por ejemplo, como Técnicas de Negociación, Introducción a la Comunicación, Introducción a la Economía o Sicología Social. Si eso lo combinas con las relaciones internacionales te da lo que yo pienso que es el profesional perfecto: con dos titulaciones y por lo tanto de alta capacidad, que comprende que el derecho está en los códigos, que lo que importa es tener una mente amueblada jurídicamente, saber donde tiene que encontrar las cosas, saber que existen y entenderlas en el conjunto.

En cuanto al master en avanzado el abogado tenemos asignaturas dedicadas a la dirección estratégica aplicada a la defensa, que trata sobre todo lo que tiene que hacer un abogado antes de empezar a pleitear o asesorar a su cliente. Eso no los tienes los planes de normales de la competencia.

Creo  que el trabajo que hicimos Garrigues y Nebrija para elaborar el master fue un trabajo ímprobo. Preguntamos a muchos despachos, a muchos profesionales, empresas del Ibex, pymes y al final nos dio una matriz que nos decía que se espera que el abogdo de hoy por hoy sepa manejar, por ejemplo, la interculturalidad, trabajar en entornos internacionales.

¿La profesión de abogado cada vez es más global?

Por supuesto, quieras o no cada vez vives en un contexto más global y los problemas cada vez son más globales y, sin embargo, nosotros habíamos detectado que los planes de estudio de las universidades no tenían esta nueva realidad. En cuarto de grado, en la Universidad Nebrija tenemos una asignatura que se llama Derecho de Emergentes. Claro quién está abordando del derecho del ciberespacio, la problemática de derecho sobre los animales, derecho en el mundo de la moda. Aquí tenemos un semestre completo para tratar esos temas que no se tratan en ningún otro lado. Por eso digo que somos una boutique. Tu vas a comprar a un supermercado lo que compras en cualquier sitio pero cuando quieres una cosita un poquito más fina te vas a una boutique.

Es cierto que tiene sus inconvenientes también. Como somos una universidad pequeña, una boutique que quiere seguir siendo boutique, el número de alumnos que admitimos no es alto y la gente que habla de nosotros no es mucha. Los recursos que tenemos para hacer publicidad son escasos. Hay universidades que se han gastado en anuncios el presupuesto completo de la Nebrija.

¿No hay ya demasiadas universidades, demasiados grados?

Aquí deberíamos diferenciar entre universidades públicas y privadas. Las públicas las pagamos todos, salen de nuestros impuestos. Y tal como tenemos el sistema de financiación nos encontramos con que seas un estudiante bueno o malo y tengas o no tengas capacidad económica tienes siempre una subvención. El coste de un estudiante universitario ronda de media los 10.000 euros al año. Pese a la subida de tasas se paga todavía algo menos de 2.000 euros. Los 8.000 restantes salen del bolsillo de todos.

Si me preguntas ¿hay demasiadas universidades públicas sin que se les exija una solvencia económica o académica? Te digo Sí, hay demasiadas. Nos encontramos con carreras en algunas universidades publicas en las que hay más profesores que alumnos.

Una segunda reflexión es si tendría que seguir habiendo alguna universidad pública en la que se siga haciendo ciencia aunque no haya alumnos. Es decir, quizás por el bien del país interesa que, por ejemplo, haya una facultad de filología griega antigua pero ¿debe haber una por cada comunidad autónoma?

Respecto a las privadas ¿Hay muchas? Sí y más que va a haber. Pero la privada se juega los cuartos, si es rentable sobrevivirá y en caso contrario morirá. El problema es como cierras una universidad pública. Vete a decirle a una ciudad que la quitas el campus. Es decir, se ha hecho política con la universidad. Todas comunidades autónomas, todas las capitales de provincia y ciudades importantes tienen un campus universitario. Sobran y son tremendamente ineficientes.

En cambio en Madrid hay ya más universidades privadas que públicas y nos encontramos con que sigue siendo un polo de atracción educativo absoluto.

¿Puede haber una reestructuración del sector universitario, cierres, fusiones?

En el ámbito público si las cosas si hicieran como deberían tendría que haber cierres y fusiones y es probable que en el ámbito privado también, aunque todavía es pronto para esto. Las universidades son como las iglesias tiene unos tiempos que sobrepasan las generaciones. Creo que la universidades que ahora se engloban entre públicas y privadas se seguirán diferenciando entre públicas buenas y publicas malas y privadas buena y malas. Buenas en tal titulación y malas en tal…

Al final el mercado universitario acabará dándole a cada uno lo suyo. De hecho, las privadas, hasta el día de hoy, no han hecho sino capturar cada vez más cuota de mercado. Estamos en un 15% cuota.

En España, el sistema es perverso. Al haber tenido siempre universidades públicas han conseguido que el españolito medio no entienda que la educación es una inversión. Como es posible que incluso en plena crisis económica las universidades sigan teniendo mayor captación de alumnos. Es fácil de entender: cada vez hay más gente que se da cuenta que si estudia conmigo es más fácil que al terminar encuentre un trabajo. De hecho las privadas siempre llevamos muy a gala la empleabilidad. El 70% de los que hace practicas –actualmente el 100% de los alumnos- encuentran su primer empleo en la empresa en la que se ha entrenado.

A mis alumnos de derecho les monto desayunos de trabajo con directores de recursos humanos de las 10 primeras firmas de abogados, eso no lo puede hacer una universidad pública.

El estudiante cuando paga un centro privado, lo que paga es atención personalizada, oportunidades, compra una diferenciación y en los momentos de crisis esa diferenciación se nota aún más.

Cambiemos de tema. ¿Como experto que eres en derecho en internet eres partidario de establecer muchas normas para regular la red o pocas?

En el año 98 diseñe mi primer master de derecho cibernético. Es un mundo en el que uno nunca se cansa de aprender. Yo ahora mismo soy alumno en un programa de la escuela de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) sobre ciberguerra. ¿Soy partidario de muchas normas? Da igual las normas que pongas, internet va por su mundo. No es una cosa sencilla, tiene una cantidad de aristas tremendas. Tiene aristas en el mundo de derecho laboral, derecho administrativo…

Te habla ahora el filósofo. Después de la caída del muro de Berlín estamos en un mundo de contradicciones contantes. Por ejemplo: hay una gran contradicción entre lo que decimos que son las democracias occidentales hoy y lo que realmente son. Por eso esas corrientes del 15 M, el ‘no nos representáis’. Hay una crisis grave entre lo que decimos que hacemos y lo que realmente hacemos. En el mundo ciber ocurre tres cuartas partes de lo mismo. Los últimos escándolos de EEUU con intercepción de comunicaciones a nivel masivo nos llevan a decir que “los amantes de la libertad y la democracia” también espiamos a nuestros propios ciudadanos. Qué esto se hacía ya lo sabíamos. Wikileaks y el último escándalo de escuchas en EEUU sólo lo han evidenciado

¿Puede cambiar esta situación?

Malamente. Pero puede mejorarse. Se pueden hacer cosas para que sin cambiar tengamos, por ejemplo, un mayor control de nuestra privacidad. La cuestión es que los ciudadanos hemos llegado a una situación en la que nos da igual nuestra privacidad. Nos cabreamos mucho si nos enteramos de que alguien escucha nuestras conversaciones telefónicas pero eres tu misma la que cuelga las fotos en internet y le dices a todo el mundo que has estado veraneando en Torremolinos. Es el propio ciudadano el que deliberadamente se está haciendo transparente. Ahí se produce de nuevo una contradicción: queremos privacidad pero hacemos nuestra vida más pública que nunca. Nos encanta internet pero nos quejamos de que sea una aldea global y en una aldea ya se sabe: todo el mundo se entera de todo. Sin duda, el panorama es muy interesante desde el punto de vista jurídico.

¿Queda mucho por hacer?

Internet está muy controlado desde el principio. Pero poner diques al mar no funciona. De hecho este control tan brutal que hay sobre lo que pasa en la red no ha servido para evitar ataques terroristas, redes de pedofilias, quiebras de bancos e instituciones. Hay control pero no hay todavía una capacidad de proceso de toda la información que se maneja. Por eso a posteriori es muy fácil ver que ha pasado. Te ponen una bomba en la Maratón de Boston y en 24 horas tienen la foto de los culpables, lo que han hecho, dónde viven. Pero antes… No existe hoy capacidad suficiente de manejar la información antes de que pase las cosas.

¿La gente con internet está mejor informada que antes o peor?

De nuevo te va a contestar el filósofo. Creo que hay un mayor nivel de información. El problema es si el ciudadano está o no capacitado para discernir entre tanta información. Y el resultado final es, a mi juicio, que el ciudadano está menos informado de lo que piensa, porque es incapaz de absorber toda la información existente y discriminar cuál es la información buena y mala.

¿Y que opina el filósofo de la crisis actual que sufre España?

Hay que diferenciar entre la crisis económica de este país y la del modelo occidental en general.  Creo que en España vemos como ese modelo general está en crisis y, además se añade una recesión económica propia debido a nuestra mala organización. ¿Va solucionarse la crisis en nuestro país? Hombre de todo se sale. Pero mientras no se adopten medidas que a nadie gustan y nadie está dispuesto a adoptar lo veo muy complicado volver a grandes tasas de crecimiento.

¿Vamos a salir de la crisis de sistema? lo veo también complicado. Pero no pasa nada, en la historia ha habido civilizaciones que han nacido, crecido y sucumbido. Puede que nos esté tocando a nosotros. Quizás la visión eurocentrista y americana no es la que vaya a triunfar dentro de 200 años. El mundo dentro de 100 años probablemente no se parezca nada al de hoy. Los polos de interés están cambiando y Europa y EEUU tienes problemas. A lo mejor hay que mirar al Atlántico sur o a otra parte del globo en un futuro.

¿El sector de la abogacía se está adaptando a estos nuevos tiempos?

Creo que hay un reto enorme para el sector legal. La abogacía desempeña una función de tal importancia en la vida social que nunca dejará de estar de moda. Pero los paradigmas están cambiando muy rápido. Por un lado, las instituciones colegiales y por otro los abogados no están siempre rodando acordes a esos cambios quizás en ocasiones por incapacidad e imposibilidad de adaptarse. Tengo compañeros que no manejan el correo electrónico y un abogado de hoy que no entienda lo que es internet está acabado. En España veo que hay, desde hace años, una irrupción de grandes firmas legales bien orientadas y con negocios casi como multinacionales; hay un núcleo creciente de despachos medianos (cuatro a 10 abogados) que se están especializando y haciendolo bien; hay una irrupción de despachos internacionales que vienen a sentar sus posaderas en el mercado español y ya veremos como termina; y veo una enorme masa de abogados que está llamada a desaparecer o a malvivir. Me refiero al profesional que vive solito en su mundo, el abogado de barrio, para entendernos. Cada vez hay más abogados haciendo otras cosas porque no pueden vivir de la abogacía. O se reciclan tanto en formación, actitudes como habilidades o las facultades de derecho van a seguir sacando un gran número de licenciados que van al paro.

El contexto económico, sin duda, no favorece. La dificultad de cobrar a los clientes  te marca y la sobredimensión de abogados en España es enorme y, por lo tanto, hay una competencia desleal muy importante entre compañeros. El tema de tarifas profesionales es una cosa que está siempre encima de la mesa, no hay honorarios tasados o recomendados, la gente trabaja muy por debajo de los precios que serían óptimos y eso lleva a que haya una percepción de la abogacía por parte del cliente final muy negativa porque le atienden mal y no le cobran.

¿Eres partidario de la cuota Litis llevada hasta extremo de cobrar sólo en caso de éxito?

No. Creo que prostituye la función del abogado, que debe ser independiente. La cuota Litis me parece que está muy bien entendida como bono. Es decir, si triunfas además de tus honorarios te llevarás un tanto por ciento pero cobrar sólo en caso de éxito me parece tremendo. Pierdes la independencia absolutamente.

¿Qué opinas de la reforma de los colegios profesionales que planea el Gobierno?

Tengo sentimientos contradictorios por un lado soy abogado y por otro universitario. Pero me parece que el ministro de Justicia, está teniendo algunos aciertos y desaciertos netos. Me ha parecido caótica y lamentable la implementación  y la puesta en práctica de la Ley Acceso a la Abogacía y eso ha dependido del Gobierno anterior y del actual. Es lamentable las idas y venidas sobre quién debe hacer el master de acceso que si los graduados, los licenciados… un auténtico despropósito. Me está pareciendo poco acertado la forma en la que se está lidiando con la implementación final de la ley de acceso en lo que refiere al examen final.  Además creo de dudoso éxito el tema de tasas judiciales. Quizás la idea no es mala pero en plena crisis económica no me parece el momento. No me parece bien como se está gestionando la justicia gratuita y de pago al turno de oficio…

Creo que los políticos deben de estar dispuestos a recibir críticas constructivas y desde el mundo de la universidad se han hecho y desde el mundo de los colegios profesionales también y no sólo como se ha querido vender ha habido una defensa corporativa.

Me parece que el tema de la colegiación y los colegios profesionales necesita cambios en este país que pasan por una cierta liberalización, pero sobre todo por un cambio colegial desde dentro que no se está abordando y prueba de ello es el cambio de orientación teórico que iba a sufrir el Colegio de Abogados de Madrid, ahora inmerso en el caos.

9 Comentarios

  1. Como abogada que soy, me parece ofensivo el comentario de este profesor de universidad, que no tiene ni idea de las necesidades de los ciudadanos en cuanto a lo jurídico, y que se cree que todos necesitan al abogado estrella, que tiene su despacho en la calle principal de la ciudad. Esto no es así, hay que gente que necesita un abogado más cercano y que cueste menos. Yo llevo viviendo muy bien, y soy de barrio. No he necesitado a papaíto que me coloque en ninguna institución. Me he buscado la vida sola, que es lo que debería hacer todo el mundo. Sólo estamos autorizados para opinar de mi profesión, los que la ejercemos. Los demás, como no la ejercéis, no opinéis. Opinar de los médicos, de los farmacéuticos o de los políticos, pero no de los abogados. Ya está bien¡

    • Creo que opinar sí se puede. Sobre todo lo divino y lo humano. Y a partir de las diferentes interpretaciones, sabiendo quién es cada uno, podremos formarnos una opinión propia.

  2. Totalmente de acuerdo con el comentario de Ana Isabel. Soy abogado, pero no de los que se ha denominado en este artículo «de barrio», aunque mis orígenes sí lo son. Trabajo en un despacho profesional, con otros compañeros, intentando abarcar las principales áreas del derecho, debido a que ejercemos en una ciudad pequeña como es San Sebastián y la excesiva especialización es prácticamente prohibitiva si quieres tener trabajo que te permita vivir ejerciendo tu profesión.
    Encontrar o buscar esa especialización o diferenciación a golpe de talonario me parece deprimente. Másters que cuestan 20.000.-€, no me parece la solución. La educación es una inversión, sí, pero a la cual debemos contribuir todos en función de nuestra capacidad económica, para hacer lo de todos, lo público, cada vez mejor. Aún quedan muchos y muy buenos profesionales en la universidad pública, que es la que hay que verdaderamente incentivar. Por otro lado, estoy de acuerdo con su opinión sobre la cuota litis: no puedes justificar un «peor» (llámese falta de especialización) trabajo/asesoramiento con unos honorarios por debajo de otros despachos, ya sean grandes o pequeños, pero esto es una realidad.

  3. Pues yo si que pienso que el entrevistado tiene razón y basta tomar café cerca de los Juzgados para ver como los abogados de despachos pequeños y generalistas tienen serias dificultades provocadas por su frecuente inadaptacion a las nuevas tecnologías y al entorno actual. Obvio que cualquier generalización es equivoca siempre, pero como categoría es verdad que el artesano del derecho al que mejor le va es al que se ha unido a otros compañeros para dar un poco más de dimensión al trabajo. Y lo de menos es la calle o el barrio; lo que importa es la capacidad real de abordar las cosas con perspectiva multidisciplinar.

  4. Totalmente de acuerdo con Ana Isabel y con el compañero que la secunda…
    Es evidente que quien emite este tipo de opiniones ni sabe lo que es el respeto ni el código deontológico -que lo ampara entre otras cosas-… Por este motivo quizá la gran mayoría deberíamos interpretar que es él y sus homónimos los que «viven solitos, perdón en grupos de no se sabe cuántos, en su mundo»…
    Mi experiencia, y la de todos los compañeros «de barrio», al tratar con otros que están trabajando en un despacho grande (como nos dijeron hace años en una presentación: «un despacho grande, que no un gran despacho», muy buena apreciación y juego de palabras que siempre recordaremos) es penosa, muy a pesar de estar en ese clan numeroso y tener más subtitulitos que práctica real.
    En su momento, por una propuesta, pude formar parte de éso y estoy más que orgullosa de no haber aceptado y de formar parte de lo que este señor menosprecia y aboca a la extinción.
    Lamentable que piense así, que lo exprese y que se publiquen este tipo de opiniones -más por tratarse de un «diario jurídico»-

  5. Me sumo sin paliativos a la opinión de Ana Isabel y los compañeros que la secundan. Señor Cayon voy a hacer un esfuerzo y voy a tener respeto por su opinión, pero no puedo compartirla. LLevo ya 25 años ejerciendo esta bonita-pero excesivamente competitiva- profesión. Le aseguro que no tiemblo ni un ápice por su vaticinio de extinción. Yo creo que usted se extinguirá antes que servidor. ¿Y sabe porqué? Porque yo estoy día día en las «barricadas» del derecho, junto a la gente, porque yo soy abogado por vocación.Mientras yo estoy abriendo con gusto la puerta del despacho «de barrio» (y a mucha honra) para defender a los que lo necesitan, usted está disfrutando de la segura protección de sus matrículas- a 10.000 euritos por alumno- desde su confortable cúpula de desayunitos «de trabajo» con los de los despachos grandes. No mire, el problema no somos los «peces pequeños», el problema es la crónica masificación de esta profesión. No puede ser que en España haya los mismos abogados que en Estados Unidos (veinte veces mayor). El marketing está muy bien, en ocasiones puede ser una buena herramienta para un despacho, el problema es cuando usted no percibe que usted se ha quedado vacío como jurista, solo habla de lo que le cuentan sus amigos de los despachos «grandes». No ejerce como abogado, no pisa la realidad…ya ha sido engullido por el mismo marketing….

  6. Si la Universidad Nebrija no «vendiese» los títulos de Derecho a gente que paga una pasta y se saca la carrera yendo a unas conferencias los viernes y sábados en salones de hoteles, con unos exámenes más sencillos que el test del carnet de conducir, quizás la profesión de Abogado tendría algo más de prestigio.

    Verdad Nebrijensis?

    • Rodrigo, yo creo que esa situación que describes no es solo un problema de la Universidad Nebrija, sino un poco el todas las privadas. El hecho de que haya pocos alumnos en clase, acaba provocando un compadreo con el profesor que reduce mucho el nivel de exigencia.
      Por lo demás, el artículo me parece que busca hacer autobombo para esta universidad más que otra cosa

  7. Muy acertados los comentarios en cuanto a la actividad y objetivos del entrevistado.Yo soy un abogado ya a finales de mi carrera, y por mucho que el entrevistado quiera enmascarar su intención, «se le nota demasiado».La Universidad Pública hoy por hoy tiene un profesorado docente de oposición, y es por ello independiente tanto en su enseñanza, como en la valoración de sus alumnos.Yo he sufrido lo que es la Universidad Privada, pues mi hijo estudió en la Universidad Europea de Villaviciosa, me costó 120.000 €. entre pitos y flautas, acabó sus estudios de Empresariales, pero «no sabe nada», en mi opinión me ha salido «muy caro» el título que tiene enmarcado en mi casa. Mi hijo trabaja en una actividad que nada tiene que ver con los estudios universitarios que le validaron.

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