El BCE acaba de publicar un análisis sobre el peso que tiene el crédito hipotecario en la zona euro y cómo persisten las diferencias entre países.
Desde el inicio de la Unión Monetaria, en 1999, hasta 2007, los países de la zona euro han vivido una de las etapas de mayor prosperidad económica de los últimos tiempos y en algunos países como España o Irlanda, el último boom inmobiliario ha tenido mucho que ver en el crecimiento de la actividad.
La deuda hipotecaria de los hogares de la zona euro representaba aproximadamente el 70% del total de sus pasivos financieros a finales de 2008, lo que supone un aumento de unos 20 puntos porcentuales respecto a los niveles de principios de los noventa.
La tasa de crecimiento anual de los préstamos concedidos por las instituciones financieras a los hogares para la adquisición de vivienda se mantuvo en cifras de dos dígitos de 1999 a 2008 en un promedio del 11,5%.
Esta locura compradora de inmuebles impulsó, además, el endeudamiento de los hogares por préstamos para adquisición de vivienda desde cerca del 25% del PIB nominal a comienzos de 1999 hasta el 40% en el cuarto trimestre de 2008.
En términos agregados, los préstamos concedidos para comprar casa constituyen cerca de un tercio del total del crédito otorgado por las entidades financieras.
El BCE admite que el aumento del endeudamiento de los hogares, aunque pueda considerarse como una reacción justificada a la relajación de las restricciones al crédito, puede tener importantes repercusiones macroeconómicas.
Su mayor o menor nivel de endeudamiento se utiliza para medir el grado de vulnerabilidad de las familias ante cualquier cambio en la política monetaria, lo que a su vez influye en la estabilidad del sector financiero, y ésta de nuevo en los hogares, ya que las entidades de crédito son los mayores prestamistas de las familias.
Los últimos recortes del precio oficial del dinero han permitido que la carga por intereses que pagan los hogares en la zona euro haya comenzado a bajar vertiginosamente a partir de mediados del pasado año, cuando llegó a superar el 4% de la renta bruta disponible hasta cerrar 2008 en el 3,6%, lejos del mínimo del 2,25% alcanzado en 2005.