Por Pedro L. Yúfera Sales, decano del Colegio de Abogados de Barcelona.
La primera Feria de la Abogacía Europea y del Arco Mediterráneo ha posibilitado, un vez más, que el Colegio de Abogados de Barcelona pueda estar orgulloso de haber puesto en marcha una iniciativa pionera y exitosa.
El éxito no sólo se mide por los más de 400 participantes. Ni siquiera por el hecho de que casi el 60% de éstos sean despachos de abogados extranjeros.
El éxito se mide por las felicitaciones particulares que hemos recibido y que nos destacan una buena organización pero también y por encima de todo, que hayamos sido capaces de anticiparnos a las necesidades de muchos compañeros.
Términos como networking existían y eran comunes en el mundo empresarial pero estaban apartados del ámbito institucional de la abogacía, a veces, excesivamente centrado en la esfera judicial.
El abogado, sin embargo, es un profesional que en su día a día toma constantemente el pulso a la sociedad en la que vive y en la que se desenvuelve. No siempre y no todos los letrados desarrollan su actividad en los estrados lo que significa que un porcentaje importante de nuestra función tiene lugar en los despachos profesionales o en las sedes de las empresas a las que se asesora.
Es precisamente este contacto con la realidad más viva lo que provoca que la abogacía sea una de las profesiones que más consciente es del alcance de lo que significa la expresión globalización. El conflicto que debemos solucionar a nuestro cliente puede tener su origen en legislación extranjera o consecuencias a 1.000 km de distancia y una buena defensa, muchas veces, puede exigir un análisis de derecho comparado.
Por tanto, la necesidad de contactar y establecer relaciones fluidas con colegas de otros países, en el caso del abogado, se convierte en una obligación, de la misma manera que ya lo es la exigencia de programarse un buen calendario de formación continuada.
Pero no sólo en esta faceta se agota la necesidad de una verdadera internacionalización de la abogacía.
Lo cierto es que nuestra capacidad de aumentar y extender nuestras posibilidades de negocio y crecimiento también puede verse estimulados gracias a eventos como el que acabamos de organizar.
Así, si bien antiguamente la ampliación de un despacho se materializaba en la constitución de sucursales físicas en ubicaciones diferentes de la del despacho principal; hoy por hoy, tanto para el mundo empresarial en general como el de la abogacía en particular; se han abierto nuevas formas de evolución y progresión que no tienen porque comportar complicados y costosos gastos de infraestructura. Es el mundo de las redes de colaboración que además las nuevas tecnologías posibilitan en grado sumo.
Un simple teléfono móvil posibilita que trabajemos sin que nadie pueda saberlo, a kilómetros de distancia de nuestra sede habitual y un portátil, es en realidad, el 50% de lo que se precisa para constituirse en despacho.
Pero, hay cosas que no cambian y el contacto directo y presencial con el cliente es siempre un requisito que el abogado sabe que debe cumplir y satisfacer. Esta exigencia, como decíamos, hasta ahora se ha visto cumplimentada, creando, cuando el volumen de negocio de la firma así lo hacía rentable, una sucursal en otra ciudad. Pero, hoy en día, el establecimiento de acuerdos puntuales con compañeros abogados de otras ciudades, puede suponer una oportunidad para dar un servicio más completo a nuestros clientes, reduciendo a la mínima esencia costes de inversión.
El objetivo por tanto de esta Feria de la Abogacía era poner en contacto a estos compañeros que, con independencia del volumen o tamaño de sus despachos, tuvieran la inquietud o la necesidad de dar un mejor servicio.
De esta forma en los medios de comunicación han aparecido escenas, no tan habituales en la abogacía como en el mundo empresarial; consistentes en espacios diseñados para que las relaciones personales bajo la denominación del ?cara a cara? pudieran desarrollarse casi como si de un juego se tratase, pero con la seriedad de unos participantes que eran conscientes de que con esos contactos podían labrarse su futuro más próximo en ámbitos más allá de nuestras fronteras.
También se utilizaron herramientas basadas en los mensajes de texto cortos y el teléfono móvil, instrumento que forma parte de nuestras vidas elevado a la categoría de esencial para desenvolvernos tanto a nivel profesional como incluso personal.
Pero no dejaron de incentivarse y organizarse puntos de encuentro más tradicionales pero no por ello menos efectivos. De esta forma, no sólo era primordial conocer rápidamente la especialidad jurídica que nuestro colega desarrollaba, sino también el idioma en el que dirigirnos y tanto los espacios abiertos de la magnífica Sala Marqués de Comillas de las Atarazanas de Barcelona; como los ambientes en los que se desarrollaron las comidas de trabajo; buscaban que los participantes visualizaran con rapidez los distintos perfiles profesionales.
Por todo ello, la valoración final de este encuentro es y ha sido tan positiva. Y también ha sido este resultado y las felicitaciones recibidas las que nos han confirmado la necesidad de convocar periódicamente este tipo de encuentros; como ya era nuestra intención inicial; pero ahora sí asumiendo la internacionalización completa de los mismos, sin necesidad de centrarlo en ámbitos geográficos concretos.
La labor de internacionalización del Colegio de Abogados de Barcelona no se circunscribe únicamente a este tipo de eventos. Ya hace bastante tiempo que nuestro colegio es un referente en este tipo de iniciativas; pero si bien lo éramos a nivel institucional, ahora el colegiado de a pié, aquél para el que trabajamos cada día, lo está advirtiendo y aprovechando. La formación en idiomas extranjeros específica para abogados o los puentes empresariales que se han organizado, son prueba de ello.
Y en todo ello vamos a seguir trabajando denostadamente, asegurando así un futuro para todos y cada uno de nuestros compañeros.