Las empresas interesadas podrán solicitar hasta finales de 2010 las ayudas durante un periodo máximo de 18 meses y no de 24 meses como se había venido aplicando desde el comienzo de la crisis.

El régimen de Kurzarbeit (trabajo reducido), como se ha bautizado, existe desde hace tiempo, pero hasta el estallido de la crisis sólo tenía una vigencia máxima de seis meses.

Durante el periodo que rige el «trabajo reducido», el empleado trabaja una cuantía de horas menos que lo normal, que el patrón no le abona. En su lugar, la Oficina Federal de Empleo asume dos terceras partes del salario «perdido».

Cuando el régimen de jornada reducida se prolonga más de seis meses, la Oficina Federal de Empleo asume además íntegramente las cotizaciones a la Seguridad Social.

Según cálculos oficiales, los costes de esta subvención ascenderán este año a unos 5.000 millones de euros. Actualmente este instrumento laboral se está aplicando a 1,1 millones de trabajadores.

Los expertos calculan que, de no haberse aplicado, habría actualmente al menos medio millón de parados más.

En octubre, el paro en Alemania afectó a 3,2 millones de personas, lo que equivale a una tasa de desempleo del 7,7%.

El ministro de Trabajo, Franz-Josef Jung, defendió la prolongación de esta medida con el argumento de que «el próximo año todavía no se podrá bajar la guardia en el mercado laboral» pese a que se empezará a experimentar una ligera recuperación económica.

Su colega de Economía, el liberal Rainer Brüderle, advirtió de que el instrumento no debe convertirse en un subsidio duradero.

El acuerdo contempla que a partir de 2011 vuelva a regir el instrumento en su formato original, es decir, para un máximo de seis meses en los que se da la oportunidad a una empresa de superar una crisis pasajera sin recurrir al despido.

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