Metodología y datos de entrada para la valoración de un lucro cesante en un informe.

Aquel que pretenda ser indemnizado por un daño material sufrido ha de probar la cuantía del mismo. Es precisamente en ese ejercicio de prueba de la cuantía del daño donde trabajamos los peritos económicos.

El daño más complejo de valorar suele ser el lucro cesante o beneficio dejado de obtener como consecuencia de la acción dañosa. Es realmente complejo valorarlo porque hay que hacerlo de modo indiciario y no es una valoración evidente a priori. En otras palabras, no podemos ir a una subcuenta contable ni a ningún otro registro en el que encontremos el valor de ese lucro cesante: hay que valorarlo. Precisamente ahí está la pericia.

Toda valoración es una opinión. Lo que como peritos debemos hacer es tratar de objetivar esa valoración al máximo, siendo realistas en los principios empleados y transparentes en los elementos empleados en el cálculo.

Existen un montón de manifestaciones que pueden estar indicando que el perito no ha objetivado suficientemente su valoración. Explicamos en este artículo dos de ellas.

1.- FALTA DE INFORMACIÓN METODOLÓGICA

Cuando en un informe pericial no hay información acerca de la metodología empleada, no se está siendo objetivo, al menos a priori. Suele ser una buena práctica incorporar anexos metodológicos en los que se explique la metodología seguida para el cómputo del daño. En ocasiones bastará con citar el método por ser algo muy básico, pero en otras hay que justificarlo. Por ejemplo, si estamos haciendo un cálculo de los ingresos medios de los últimos ejercicios basta con decirlo, pero si estamos calculando el valor de una estructura financiera formada por una put vendida que incorpora barreras KI o KO, habrá que explicar qué es la simulación de Montecarlo y qué volatilidad se ha tomado, cuando menos.

Precisamente hay cosas que sólo pueden valorarse por simulación y otras que tienen una solución numérica. Corresponde al perito justificar porqué se emplea un método y no otro. Al menos conviene explicar qué es lo que en finanzas viene siendo el método generalmente aceptado y decir que es el que se está empleando.

Sin embargo, cuando no se explica el método, éste permanece oculto y se nos puede decir de contrario cualquier cosa. La consecuencia evidente de lo anterior es la merma de la intensidad probatoria del informe pericial. Eso evidentemente no interesa.

Es manifiesto, por tanto, la conveniencia de acompañar el informe con un apartado donde, con la intensidad conveniente, se explique la metodología o lo esencial de la misma para así apuntalar la valoración.

Conviene tener presente que en el caso en que se esté efectuando un informe pericial de contrario y no se esté conforme con la valoración que se ha recibido, lo correcto sería aportar y explicar la metodología correcta de valoración y el resultado de valoración obtenido con esa metodología. Si no se aportara una valoración de contrario y sólo se abunda en la inconveniencia de la metodología no es está aportando ningún resultado de valoración y por tanto la cuestión es teórica. Una valoración se contrapone con otra y no simplemente a una disquisición metodológica.

La cuestión anterior puede parecer simple, pero conviene tener presente que de contrario se dice, por desgracia con cierta frecuencia, que la metodología es incorrecta. Si sólo se hace eso se trataría de un mero ejercicio teórico. A veces ese ejercicio teórico se hace incluso oponiéndose a cosas que son evidentes e indiscutibles para un experto en finanzas como, por ejemplo, el modo de computar los intereses.

Es obvio que los intereses se calculan multiplicando un principal por un tipo por una unidad de tiempo. Afirmar ante lo anterior que la metodología de cálculo de los intereses no es válida es un absurdo desde el punto de vista técnico puesto que sólo se pueden calcular del modo como se ha dicho, con arreglo a las leyes financieras.

2.- FALTA DE CONTRASTE EN LOS INPUTS DE VALORACIÓN

Este es precisamente otro gran punto muy importante en cualquier valoración de lucro cesante. Suele ser habitual dar por buenos determinados parámetros o inputs que empleamos en la valoración sin hacer el más mínimo ejercicio de contraste.

Basta un sencillo ejemplo para ilustrarlo. Tomar la cifra de ventas de un negocio con fuerte estacionalidad en un momento concreto donde hay pico es un dato claramente sesgado y hacer ulteriores cálculos con un dato sesgado evidentemente limita el alcance de la valoración. Habría que objetivar ese dato para poder trabajar con él.

Otro ejemplo más sofisticado sería dar por equilibrados sin más los valores de un floor y de un cap, de modo que pueda entenderse que en un collar prestatario la prima sea cero. Si bien esto parece muy evidente a priori, no lo es tanto en complicadas valoraciones en la que se emplean los inputs que se proporcionan al perito en matrices o sistemas gestores de bases de datos de las que se extraen los mismos.

Suele ser un buen recurso a nivel pericial el acudir a datos históricos de mercado que se obtienen del terminal financiero. El hecho de disponer de un precio que refleja una transacción es algo más objetivo.

Además, los peritos tenemos obligación de considerar lo que favorece y lo que perjudica a la parte para la cual estamos trabajando y un modo de materializar esa obligación en concreto puede ser el ejercicio de contraste sobre los inputs o cuando menos una reflexión sobre los mismos.


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